DIÁLOGO: EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DEL SER (LA IMPORTANCIA DE HABLAR CON, NO A, LOS DEMÁS)

A pesar de hablar tanto de sociabilidad, trabajo en equipo, cooperación y convivencia relacional, está claro que nunca ha habido un momento en la historia en el que se privilegie tanto el individualismo, marcado por organizaciones que enfatizan resultados individuales a cualquier costo. Las personas se están volviendo cada vez más robóticas, apáticas, desconectadas de sí mismas, sofocadas por un entorno que inhibe la expresión de su propia identidad, valores y autenticidad.

La historia demuestra que la única posibilidad de progreso para la humanidad es a través de momentos relacionales compartidos facilitados por el diálogo, la esencia de la socialización humana. Primero defendido por Sócrates y luego por Platón, el diálogo es el proceso de búsqueda de la verdad. El filósofo griego Platón creía que el diálogo era la única manera de descubrir el propio alma, con todas las cosas valiosas y magníficas que cada persona tiene en sí misma.

Se vuelve claro que sin otra persona para participar en el diálogo, no hay discusión, obstaculizando los procesos de pensamiento. Sin pensamiento, prevalece la ignorancia, un marcador fundamental de la esclavitud social. La evolución humana está entrelazada con la sabiduría que existe en las relaciones entre las personas. El diálogo genuino, no meras conversaciones ociosas, comienza con la apreciación mutua. Las palabras significan el flujo libre de ideas, la capacidad inherente de la inteligencia cognitiva y emocional de cada persona. Esto provoca una reconsideración del tipo de inteligencia buscada y los valores normalizados entre las personas.

En los primeros días de la filosofía humana, Platón creía que el alma ya poseía el saber en sí misma, y que el ser humano ya nacía con toda la sabiduría necesaria para la vida. Para él, la sabiduría estaba intrínseca en cada uno, no observando el exterior en busca de verdades absolutas, sino dentro de sí mismo a través de la introspección. Platón afirmaba que el conocimiento se basaba en la exploración de lo que yace dentro del alma y, para lograr esto, era necesario establecer una convivencia cooperativa entre las personas. Sostenía que solo a través de esta unión se podían clarificar pensamientos, ideas, percibir lo que cada uno tiene de valioso para ofrecer y recibir. Platón creía que el diálogo era el principio fundamental para el desarrollo humano.

Quizás este sea el momento más propicio para reflexionar sobre los fundamentos platónicos, considerando la necesidad del diálogo y las repercusiones de su ausencia en la sociedad. Es evidente que el diálogo genuino conduce a percepciones y a la necesidad de mejorar la inteligencia cognitiva y emocional. Cuando se establece un diálogo auténtico y empático, las personas contribuyen activamente a la convivencia armónica. Cada persona se siente obligada a escuchar, observar y razonar sobre las ideas propuestas, creando un punto de vista y fomentando la potencialización interna de la sabiduría que solo existe en el compartir de una discusión. Sin diálogo, la mente no puede superar límites, crear, innovar o ver más allá del mundo observado solo por los ojos, disminuyendo cualquier posibilidad de trascender otras vicisitudes, volviéndose elocuente en la vida y con las personas. El diálogo es la base evolutiva, un intercambio sistemático de conocimiento individual.

El desafío es entender que, ante todo, la verdadera auto percepción ocurre a través del diálogo. Puedes conversar, tener discusiones, charlas agradables o conversaciones, pero el verdadero diálogo requiere un estado emocional genuino. Sin una comprensión genuina de ti mismo, tu historia de vida, gustos y principios, sentimientos y conocimientos, no existes verdaderamente; eres simplemente un nombre, un cargo, una apariencia.

Es crucial darse cuenta de que el diálogo permite a otros comprender tus pensamientos, haciendo clara tu jornada de vida. Estimula lo mejor dentro de tu alma, fomentando emociones motivadoras, generando una fuerza interna esencial para la inteligencia y estrategia de la vida. Por lo tanto, se entiende que la falta de comprensión del otro no se debe a la falta de inteligencia ajena, sino a la falta de claridad en sus propios pensamientos. Participar en el diálogo sin comprender lo que perpetúa las ideas, pensamientos y sentimientos es inútil. La verdadera autoconciencia o una relación verdadera no se pueden establecer sin claridad y el propósito implícito de las reflexiones compartidas, generando una empatía sincera entre las personas.

Para entender cómo el diálogo es el fundamento de la vida, es necesario comprender la mente humana y su relación con la empatía. Goleman (2011) afirma que el cerebro humano está diseñado para interacciones sociales cara a cara, en un diálogo efectivo con empatía, requiriendo la sensación de la presencia de otra persona en el contexto relacional inconsciente. Tania Singer, Neurociencia Cognitiva en el Instituto Max Planck en Alemania, señala una función esencial para la supervivencia relacionada con la empatía. Cuando una persona tiene empatía por otra, el cerebro humano automáticamente se refleja, imitando dentro de sí mismo el estado de esa persona. Considera que la base para leer emociones en los demás significa, a nivel cerebral, leer esas emociones en uno mismo. “Mindsight” es el término utilizado por el Dr. Daniel Siegel, director del Instituto Mindsight en la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles), para la capacidad de la mente de verse a sí misma. En su notable trabajo, construye un caso consistente de que el circuito cerebral utilizado para el autocontrol y la autoconciencia es en gran parte idéntico al que se utiliza para entender a otra persona.

Se puede decir que la conciencia de la realidad interna de otra persona y la propia, en cierto sentido, son ambos actos de este diálogo empático; esta relación emocional implica un lenguaje conductual y es parte de un proceso evolutivo social. Este proceso evolutivo comienza con este diálogo silencioso que se realiza inconscientemente. La mente interactúa constantemente, interpretando emociones, sentimientos, gestos, expresiones y palabras.

Dentro de los conceptos de la inteligencia emocional, a menudo se dice que la inteligencia tiene al menos tres principios básicos:

– Diversidad: La forma de pensar está relacionada con la interacción humana. Intercambiar ideas entre las personas es la única forma de transformar las experiencias de vida en sabiduría. Solo es posible desarrollar nuevos pensamientos, diversificar la forma de ver la vida cuando se ve, siente, habla y escucha a otra persona.

– Dinamismo de la inteligencia: Existe una interacción en el cerebro humano que permite la creación de procesos de ideas originales que poseen valores de manera efectiva, manifestándose solo a través de interacciones, basadas en diferentes formas de ver las cosas de cada persona.

– Exclusividad: La característica de la inteligencia es ser única y exclusiva para cada ser humano, influenciando el conocimiento que el individuo ha aprendido a través de la experiencia e integrado en su banco de conocimientos. Este conocimiento práctico a menudo está influenciado por el contexto en el que se aprendió.

Hay un malentendido social que piensa que hablar consiste en pronunciar palabras hacia los demás. Sin embargo, lo contrario es cierto cuando se trata de un diálogo genuino. En estas interacciones, invitas a las personas a tu mundo, a tu mente y a tu corazón. Pero a menudo, adormecidos por la rutina diaria, ausentes de su esencia, desconectados de su conexión emocional, muchos terminan siendo prisioneros de no reconocer sus propias virtudes morales, desvaneciendo las bases éticas sociales. Según Goleman (2011), esto significa que mediante el diálogo, cada persona se ve constantemente afectada por los estados cerebrales de otra persona. Esto implica que cada uno es responsable de dar forma a los sentimientos de aquellos con quienes interactúa. La responsabilidad contenida en las acciones de cada persona es inmensamente grande cuando se comprende que las personas influyen y son influidas por los pensamientos y actitudes de los demás. Una interacción verdaderamente empática hace que los pensamientos sean colectivos, no individuales.

Kahneman (2011), teórico de la finanza conductual, que combina la economía con la ciencia cognitiva para explicar el comportamiento aparentemente irracional de la gestión del riesgo por parte de los seres humanos, destaca la seria diferencia entre hablar con el otro y hablar para el otro. Es un punto fundamental en la sociedad que pocos perciben. El diálogo solo es posible cuando se habla con el otro, ya que así es como las personas crecen, se desarrollan, interactúan, intercambian ideas y opiniones. En este sentido, cuando las personas dejan de dialogar, de hablar para el otro, surge la imposición de palabras y pensamientos sin tener en cuenta los pensamientos de quienes escuchan, simplemente transmiten sus prejuicios y creencias que están incorporados en sus opiniones, sin siquiera cuestionarse. Y esto puede marcar toda la diferencia. Kahneman (2011) explica que, neurológicamente, cuando una persona no está conectada conscientemente con el momento, las asociaciones de la primera impresión de las palabras escuchadas representan la composición del pensamiento, y todo lo demás que se dijo se descarta y se toma una decisión emocionalmente inconsciente. A partir de ahí, se escucha y ve lo que se quiere ver, o mejor dicho, lo que el otro quiere que veas. El cerebro ya ha anticipado esta decisión a partir de la empatía inicial. Por eso, en este mundo actual donde las personas pasan gran parte de su vida en automático, se vuelven fácilmente influenciables. En este caso, saber utilizar la conversación con gestos, expresiones, elegir el lugar, la ropa, el aroma, la comida, en resumen, el lenguaje verbal y no verbal correcto, puede marcar toda la diferencia en la elección de un candidato, en el cierre de un contrato, en la compra de un automóvil o en los créditos otorgados a una persona.

Cuando se permite estar en automático, sin tomarse la molestia de dialogar, uno pasa a ser conducido y eso puede significar el comienzo o el final de una relación o incluso de un negocio. La prueba de esto es cuando las personas cruzan su día a día y, aunque no sea la intención, automáticamente el cerebro humano compara y juzga sin siquiera darse cuenta. En fracciones de segundos, el cerebro ya ha decidido sobre la persona, ha generado pensamientos, ha creado un sentimiento y ha juzgado las características que tienen sentido individual para cada uno, como inteligente, feliz, simpático, etc. Kahneman (2011) concluye que es impresionante cómo cada vez más la vida está comandada por el inconsciente, por una “máquina” que decide más del 90% de los comandos diarios sin que las personas se den cuenta de ello, siendo absorbidas por el entorno dominante, robotizando comportamientos, pensamientos, decisiones y relaciones.

Sawaf & Cooper (1997) observan que en el mundo existe una gran falta de autenticidad entre las personas. Se ha vuelto tan rara que hoy en día es una cualidad admirada y deseada entre los líderes, siendo una extensión natural de la autoconfianza, el poder personal y la base de la característica fundamental de la inteligencia emocional, que estimula el desarrollo de las capacidades intelectuales y cognitivas, una energía que proporciona la sensación de haber hecho algo útil. Esta energía es esencialmente una esfera silenciosa que emana no solo de la mente y la fuerza física, sino también del corazón, comunicando constantemente la verdad emocional sobre quién eres realmente, en lo más profundo, y lo que defiendes, en qué crees, a través de lo cual llevas lo mejor de ti mismo para escuchar, dialogar y establecer la base para construir la confianza y una apertura al cambio y al riesgo creativo.

Jay Conger, profesor en la Harvard Business School, sostiene que los líderes que acumulan más recursos para el futuro son aquellos que aumentan su capacidad expresiva para dialogar con autenticidad, un ingrediente clave para la determinación, la persuasión y la inspiración, y esto se demuestra en estudios que muestran que los líderes con una capacidad emocional mejorada no ocultan sus sentimientos, incluso sin miedos, angustias y sufrimientos. El gran error que aún se sostiene es que el propósito de liderazgo no es escuchar y servir, sino obtener poder y privilegio. Pero en realidad, lo que vale es la integridad del compromiso con el diálogo. La capacidad de liderar a las personas está relacionada con la circunstancia del momento, del instante y de la necesidad, por lo tanto, está relacionada con el diálogo. Los verdaderos líderes inspiran, motivan e animan ideas a las personas.

Sawaf & Cooper (1997) destacan que aquellos que sobresalen en el mundo son aquellos que tienen la capacidad de expresar emociones, buscan un diálogo auténtico, guían sin humillar y corrigen sin ofender, sin necesidad de mostrar poder. Admiten abiertamente y se expresan con la misma claridad cristalina con la que hablan del clima y la hora.

Lo que falta en todo esto es el elemento de escuchar y un compromiso con una atención profunda y genuina, con los ojos abiertos para ver, una mente abierta para aprender y un corazón abierto para sentir. Sawaf & Cooper (1997) dicen que así es como mostramos respeto por nuestro interlocutor y por el diálogo en sí. Esto puede ser el paso más significativo que algunos gerentes pueden dar para aumentar la productividad y la capacidad de innovación. Según la investigación, un gerente pasa en promedio el 94% de su tiempo comunicándose, principalmente escuchando y hablando, con actividades de escritura intercaladas. Si dedicas al menos una cuarta parte de tu tiempo a comunicarte, entonces la capacidad de abrirte al diálogo franco es muy importante, permitiéndote hablar abierta y eficientemente.

La valentía de hablar es verdaderamente una marca de un líder y ayuda a una persona a ganarse el respeto de los demás. Aunque algunos políticos y gerentes todavía fingen, y algunos logran ganar elecciones y conservar sus trabajos, las personas con presencia auténtica no hacen tal cosa. Se sienten tan cómodos en el silencio como hablando. Y cuando hablan, tienen algo importante que decir, y lo dicen con una voz que emerge desde lo más profundo de su ser.

Ya sea para liderar o tener éxito, la vida exige un compromiso de percibir y entender efectivamente lo que otros sienten y perciben, debajo de la superficie, más allá de las palabras. El desarrollo y la transformación del mundo solo serán posibles cuando prevalezcan los diálogos entre las personas, en la autenticidad del Ser.

Un verdadero ejemplo de autenticidad del Ser es cómo se saludan e inician un diálogo los tibetanos. Saway (1997) recuerda la verdadera autenticidad del Ser en el Tíbet, donde hay tanta preocupación por establecer la autenticidad que utilizan la palabra “tashi deley”, que estuvo prohibida durante años, para saludar a otra persona. Cada diálogo comienza con esta palabra, que prácticamente significa que estás reverenciando la grandeza dentro de la otra persona, consagrando el lugar en el corazón donde reside el coraje, el honor, el amor, la esperanza y los sueños. Honrando el lugar en la persona donde también estás, y viceversa, reconociendo solo un ser. ¡Tashi deley! Esta palabra en sí misma tiene la responsabilidad de la autoconciencia. Los tibetanos creen que solo así es posible ofrecer algo genuino a otra persona. Cuando saludas a otra persona en el trabajo, durante tus viajes y en casa, ¿qué exactamente sientes? ¿Miras a todos a los ojos? Sin decir una palabra, ¿reverencias la grandeza en ellos, desde tu propia grandeza?

– ¡Tashi deley!

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¡Hola, soy Marcello de Souza! Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente en una gran empresa del mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en importantes proyectos de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí adentrarme en el universo de la mente humana.

Desde entonces, me he convertido en un profesional apasionado por descifrar los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional Humano. Con una amplia carrera, destaco mi actuación como:

– Master Coach Sénior y Formador: Guiando a mis clientes en la búsqueda de metas y desarrollo personal y profesional, obteniendo resultados extraordinarios.

– Chief Happiness Officer (CHO): Fomentando una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y la participación de los empleados.

– Experto en Lenguaje y Desarrollo del Comportamiento: Potenciando habilidades de comunicación y autoconocimiento, capacitando a individuos para enfrentar desafíos con resiliencia.

– Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizando terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada.

– Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Compartiendo conocimientos e ideas valiosas en eventos, capacitaciones y publicaciones para inspirar cambios positivos.

– Consultor y Mentor: Aprovechando mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos para identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro postgrados y un doctorado en Psicología Social, junto con certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el área son ampliamente reconocidas en cientos de clases, entrenamientos, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No Es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 09/2023).

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