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FELICIDAD EN LAS ORGANIZACIONES PARTE 2: EL PESO OCULTO DE LA FELICIDAD

“Entre las complejidades del mundo yace el deseo insaciable de descubrir la respuesta de cómo ser feliz, una carrera vertiginosa en la que solo los sabios, después de un tiempo, se dan cuenta de su futilidad. Esta búsqueda implacable nos mantiene alejados de nuestra esencia, ocupados y agotados, mientras la vacuidad persiste. Sin embargo, la pregunta real puede ser más simple de lo que imaginamos. Todo lo que realmente necesitamos hacer es detenernos, respirar y apreciar cada momento presente en su totalidad por existir, y luego preguntarnos, ¿por qué?” ( Marcello de Souza)

Para aquellos que leyeron la primera parte de esta serie de artículos que aborda precisamente el papel de la felicidad en las empresas, ya se dieron cuenta de que el tema es mucho más complejo de lo esperado, ¿verdad? No hay una línea de defensa capaz de explicar la felicidad y su papel en la vida más que su búsqueda en uno mismo. La comprensión de la felicidad a lo largo de la historia es una narrativa compleja y multifacética que abarca una variedad de culturas y filosofías. Desde tiempos antiguos hasta el día de hoy, se han desarrollado y explorado diferentes conceptos de felicidad de la misma manera que nunca se ha llegado a una única conclusión.

Imagina que incluso en el siglo XVII a.C., Zoroastro mencionó la búsqueda de la felicidad como la búsqueda de un refugio seguro, involucrando elementos como la familia y el ganado. En China en el siglo VI a.C., Lao Tsé enfatizó la armonía con la naturaleza, mientras que Confucio destacó valores como el deber, la cortesía, la sabiduría y la generosidad como fundamentales para una existencia feliz. Por otro lado, el budismo, fundado por Siddhartha Gautama en el siglo VI a.C., enseña que la felicidad se logra a través de la liberación del sufrimiento, un estado alcanzado a través del Noble Óctuple Sendero y la superación del deseo.

Aristipo de Cirene, contemporáneo de Platón, distinguía dos estados del alma humana: el placer (movimiento suave del amor) y el dolor (movimiento áspero del amor). De ahí surge un enfoque conocido como hedonista, donde la felicidad se ve como la búsqueda incesante del placer y la minimización del dolor. Esta visión coloca el placer sensorial y emocional en el centro de la búsqueda de la felicidad, planteando preguntas sobre el equilibrio entre el placer inmediato y a largo plazo, así como sobre la búsqueda de placeres que no causen daño a uno mismo o a los demás. Aún en el siglo IV a.C., Aristóteles veía la felicidad como una actividad del alma en conformidad con la virtud, relacionándola con la satisfacción y la realización personal, conocida como Eudaimonia, arraigada en el desarrollo de virtudes y en el florecimiento personal. Para él, implica la búsqueda de un propósito de vida significativo, la realización del potencial humano y la práctica de virtudes como la valentía, la sabiduría y la generosidad. La felicidad aquí está vinculada a la autenticidad y al crecimiento personal.

En el epicureísmo, una filosofía defendida por Epicuro, antiguo filósofo griego, la felicidad se concibe como el resultado de la búsqueda de un placer tranquilo, basado en la amistad, la sabiduría y la moderación. Epicuro valoraba la ataraxia, la tranquilidad de la mente, como un estado deseable para alcanzar la felicidad. Luego vinieron los estoicos que creían que la tranquilidad (ataraxia) era el camino hacia la felicidad, enfatizando el control sobre las cosas que no podían cambiarse. Para el cristianismo, a través de las enseñanzas de Jesucristo, el amor fue destacado como la clave para la armonía y la felicidad. Epicteto fue más allá; abordó la felicidad centrándose en el control sobre nuestras vidas. Argumentaba que la verdadera felicidad surge cuando aceptamos que solo tenemos control sobre nuestras acciones y elecciones. En lugar de buscar riqueza, fama o placer, enfatizaba el desarrollo de virtudes morales, como la sabiduría, la valentía, la justicia y la moderación. Creía que la infelicidad se originaba en la búsqueda de cosas externas más allá de nuestro control.

Santo Agustín, uno de los fundamentalistas del cristianismo, veía la felicidad como el resultado de buscar a Dios y conformarse con su voluntad. Tomás de Aquino, otro teólogo cristiano, argumentaba que la felicidad se alcanzaba a través de la búsqueda de Dios y del florecimiento humano, mediante el desarrollo de las virtudes. Cada una de estas perspectivas ofrece una visión única y distinta de lo que constituye la verdadera felicidad y cómo alcanzarla en su respectiva tradición filosófica o religiosa.

En el siglo VII, Mahoma enfatizó la caridad y la esperanza en la vida después de la muerte como elementos esenciales para una felicidad eterna. Baruch Spinoza sostenía que la verdadera felicidad estaba intrínsecamente ligada al conocimiento y a la comprensión de la naturaleza de las cosas, junto con la aceptación de nuestra posición en el universo. Veía la búsqueda del entendimiento como un camino fundamental hacia la felicidad. Por otro lado, Arthur Schopenhauer tenía una visión pesimista de la vida y la felicidad. Creía que la felicidad consistía en la ausencia de sufrimiento y sugería que la mejor manera de alcanzarla era minimizar el deseo y la voluntad.

IMMANUEL KANT sostenía que la búsqueda de la felicidad debería ser guiada por la moralidad y el deber. Él creía que la verdadera felicidad estaba alineada con la razón y el cumplimiento del deber moral. Karl Marx, por su parte, defendió una sociedad igualitaria como un camino para la felicidad humana. A fines del siglo XIX, Sigmund Freud exploró la búsqueda de la felicidad a través del “principio del placer” y el “principio de la realidad”, con sus limitaciones inherentes. Jean-Paul Sartre, un filósofo existencialista, argumentaba que la felicidad estaba vinculada a la autenticidad y a la libertad personal. Para él, la verdadera felicidad surgía cuando asumíamos la responsabilidad de nuestras elecciones y creamos nuestro propio significado en la vida.

Viktor Frankl argumentó que la búsqueda de la felicidad, por sí sola, a menudo puede ser frustrante e inalcanzable. En cambio, él enfatizó la importancia de encontrar un propósito o sentido en la vida como una fuente más duradera de satisfacción. Él creía que cuando las personas encuentran un significado genuino en sus vidas, incluso en las situaciones más difíciles, pueden experimentar una forma más profunda de contentamiento y bienestar. En otras palabras, para Frankl, la alegría de vivir está relacionada con la búsqueda de significado y propósito en la vida, en lugar de una búsqueda directa y egoísta de la felicidad como un objetivo en sí. Al encontrar un propósito significativo, las personas pueden experimentar un tipo más profundo y duradero de contentamiento, incluso en medio de dificultades y desafíos.

En las décadas más recientes, la psicología positiva, desarrollada por Martin Seligman y otros, ha explorado la felicidad como un campo de investigación científica. La psicología positiva examina factores como la gratitud, el optimismo, la resiliencia y el compromiso como componentes importantes de la felicidad. Esta aproximación enfatiza la importancia del bienestar psicológico y del desarrollo personal en la búsqueda de la felicidad.

Hemos llegado al punto de querer vincular la felicidad con la genética. ¡Sí! Según algunos científicos, los estudios genéticos sugieren que la felicidad también tiene un componente hereditario. Hoy, la concepción de la felicidad está intrínsecamente vinculada al “culto del individuo”, relacionándola con la calidad de vida y la autoestima. La depresión se ve como un “fracaso performativo del sujeto”, y el bienestar subjetivo depende de una serie de factores, como la autonomía, las relaciones y la autoconfianza.

Sin mencionar la felicidad de la autoayuda, que destaca el Tener en detrimento del Ser, y que a menudo promueve soluciones simplistas y genéricas, en contra de la comprensión de la felicidad como algo complejo y tan singular como multifacético en un universo plural. La frenética carrera hacia la felicidad, que sale del mundo de la comprensión y entra en el escenario del espectáculo, es un espectáculo extraño e inquietante que presenciamos hoy. La sociedad moderna nos empuja hacia un abismo de tener, mostrar y demostrar nuestra felicidad a cualquier costo.

En este escenario del espectáculo, la felicidad ya no es una búsqueda interior, deja el Ser para el Tener, como una imposición exterior. Es como si nos dijeran: “Debes ser feliz, o hay algo mal contigo”. Esta felicidad “exploratoria” e imperativa se ha convertido en una necesidad, un mandato que se nos impone. Aquellos que se atreven a no seguir este dictamen son etiquetados como dementes y menospreciados. No es de sorprender el creciente número de personas que sufren de depresión, ansiedad y soledad en nuestra sociedad individualizada y temerosa. La búsqueda incesante de la felicidad nos aleja de nosotros mismos, nos hace extraños en nuestra propia piel. Nos vemos obligados a vivir vidas artificiales, moldeadas por las expectativas de los demás, en lugar de permitirnos ser auténticos.

Creo que ya debe haber entendido que hoy es precisamente desde esta perspectiva que quiero generar la reflexión para que vayamos comprendiendo a fondo el “Chief Happiness Officer”. Quiero explorar una visión menos optimista de la felicidad en el contexto corporativo. No es que la intención sea deprimirlo, al contrario, romper el statu quo de la visión simplista y entender cómo deberíamos ver realmente la relación felicidad versus empresa. En otras palabras, la idea hoy es provocar y hacerlo cuestionar esta imposición de la felicidad para que nos permitamos explorar la complejidad de nuestras emociones y experiencias.

La idea es ayudar a descifrar la verdadera felicidad que no puede ser enlatada ni vendida. Cuando entendemos la perspectiva de la felicidad en la evolución humana, pronto nos damos cuenta de que de alguna manera, en el fondo, todos buscan demostrar que reside en la aceptación de nuestra humanidad imperfecta y en la búsqueda de significado en lugar de placer vacío. Quizás por eso, la idea principal de un CHO no es decir qué es y cómo ser feliz; al contrario, es estar abierto para que cada uno por sí mismo descubra por sí mismo, incluso si eso significa desafiar las normas y expectativas impuestas. Después de todo, la felicidad genuina no es un espectáculo para los demás, sino un viaje interno de autoconocimiento y autenticidad.

EN CONTRA DE LO OBVIO

El hecho es que, sea lo que sea, bajo la perspectiva occidental u oriental, donde las visiones orientales y occidentales difieren en muchos aspectos. Mientras que Occidente tiende a buscar la felicidad en el exterior, a través de logros y placeres materiales, el Oriente dirige la búsqueda hacia adentro, haciendo hincapié en la espiritualidad y la paz interior. Mientras Occidente ve la felicidad como un logro, el Oriente la ve como un estado de ser. Espero que ya quede claro que desde los primeros días de la filosofía, la búsqueda de la felicidad se ha considerado una aspiración noble y un derecho inalienable de la condición humana.

Sin embargo, cuando hablamos del entorno laboral, a lo largo de los siglos, lo que comenzó como un ideal libertario en la Ilustración del siglo XVIII parece haber adquirido una sombra siniestra de expectativas poco realistas y un deber incesante.

En la cúspide de la Ilustración, pensadores como John Locke, Thomas Jefferson y Jeremy Bentham proclamaron la búsqueda de la felicidad como un derecho natural, un principio fundamental que debería ser protegido por los gobiernos. Fue un llamado a la libertad individual y al logro personal. Sin embargo, esta noble visión de la felicidad se ha transformado con el tiempo.

Hoy en día, la búsqueda de la felicidad a menudo se presenta ante nosotros como una demanda implacable. Las redes sociales y los medios de comunicación nos bombardean con imágenes de vidas perfectas, llevándonos a creer que la felicidad es constante y que cualquier desviación de este ideal es una falla personal. La presión social de ser feliz todo el tiempo se ha vuelto abrumadora.

Además, la búsqueda de la felicidad ha evolucionado de una aspiración a un deber. La frase “Declaro estos derechos inalienables: Vida, Libertad y Búsqueda de la Felicidad” parece ahora un recordatorio constante de que debemos perseguir la felicidad incesantemente, como si fuera un objetivo a alcanzar. Por supuesto, esta obligación incesante se vuelve agotadora, resultando en ansiedad, insatisfacción e incluso en un sentimiento de fracaso cuando no cumplimos con los estándares inalcanzables que la sociedad moderna nos impone, llevando a las personas a desarrollar trastornos mentales antes inimaginables.

El peso oculto de la búsqueda de la felicidad radica en la presión de ser feliz, en la vergüenza de no estar a la altura de las expectativas y en la sensación de que la felicidad es una obligación. En lugar de traer satisfacción, esta búsqueda incesante puede alejarnos de ella, dejándonos ansiosos e infelices, y esto no puede de ninguna manera habitar un entorno laboral, más bien lo contrario.

Si deseas un CHO (Chief Happiness Officer) en tu empresa, tal vez sea el momento de repensar el enfoque hacia la felicidad. Primero, debe quedar claro que en el mundo contemporáneo, la globalización y la interacción entre culturas están dando forma a la forma en que vemos la felicidad. Las personas están cada vez más expuestas a diferentes perspectivas y están comenzando a adoptar elementos de ambas tradiciones en su búsqueda de la felicidad.

En lugar de perseguir una felicidad constante e inalcanzable, tal vez sea más sabio enfocarse en cultivar un sentido de contentamiento, aprecio y significado en la vida. De esta manera, podemos encontrar una sensación más duradera de bienestar, sin el peso opresivo de la búsqueda incesante de la felicidad perfecta.

El Paradoxo de la Felicidad

Sé que tal vez ahora aún puedas pensar que buscar la felicidad puede no ser totalmente claro o efectivo, pero tampoco hace daño, ¿verdad? Incorrecto.

Hay una idea contradictoria o aparentemente irónica relacionada con la búsqueda de la felicidad. Este paradoxo significa precisamente que, muchas veces, las personas que buscan activamente la felicidad pueden terminar sintiéndose menos felices que aquellas a las que no les importa. La idea es que cuando alguien se esfuerza demasiado por ser feliz todo el tiempo, esto puede crear expectativas poco realistas y aumentar la presión sobre sí mismo para sentirse constantemente feliz. Esto, a su vez, puede llevar a la ansiedad, la frustración e incluso la infelicidad, porque la vida está naturalmente llena de altibajos, y nadie puede mantener un estado constante de felicidad.

En lugar de perseguir la felicidad como un objetivo final, un CHO debe centrarse en experiencias significativas, conexiones interpersonales, crecimiento personal y aceptación de las emociones humanas normales, incluyendo momentos de tristeza, enojo o frustración. Al hacerlo, la felicidad puede convertirse en un subproducto natural de la vida, en lugar de un objetivo obsesivo.

La ironía de que, al intentar ser feliz todo el tiempo, podemos terminar siendo menos felices, y que la felicidad puede encontrarse mejor cuando no se persigue tan intensamente.

Desde el siglo XVIII, con la revolución industrial y gracias a las grandes mentes de las escuelas de administración, ha habido de hecho una transformación en los valores humanos. Pero, erróneamente en algún momento después de la Segunda Guerra Mundial, se ha destacado como reivindicar la felicidad, y esto conlleva una gran carga, un deber que nunca se podrá cumplir perfectamente.

“La búsqueda incesante de la felicidad puede, irónicamente, alejarnos de ella, ya que la presión por ser feliz todo el tiempo puede llevar a la ansiedad y la insatisfacción, revelando el paradójico hecho de que la verdadera felicidad a menudo radica en aceptar las complejidades de la vida”.

No faltan estudios dentro de la psicología social y conductual que demuestren esto. Por ejemplo, en el campo de la psicología conductual, se arroja luz sobre un fenómeno intrigante relacionado con la búsqueda de la felicidad. En el experimento, se invitó a los participantes a ver un video diseñado para inducir sentimientos de felicidad, en este caso, varios de ellos relacionados con victorias sufridas de atletas en diversos ámbitos. Sin embargo, antes de ver el video, la mitad del grupo fue instruida a leer una declaración enfatizando la importancia de la felicidad en sus vidas, mientras que la otra mitad no recibió tal instrucción.

A diferencia de lo que muchos esperaban, el sorprendente resultado de la investigación fue que aquellos que habían leído la declaración sobre la importancia de la felicidad, en realidad, experimentaron menos felicidad después de ver el video. Espero que entiendas que la idea aquí es mostrarte que cuando la felicidad se convierte en un deber, una obligación moral que debe cumplirse, las personas tienden siempre a encontrarse en una situación paradójica. El esfuerzo consciente por ser feliz, a menudo, casi siempre lleva a la infelicidad.

Lo que quiero decir es que el papel del CHO no puede confundirse dentro de este universo tóxico en el que constantemente somos inundados con mensajes que nos instan a ser felices, como si fuera una obligación. Esta imposición de la felicidad como un deber puede crear una presión psicológica significativa. Cuando no podemos cumplir con esa expectativa, podemos sentirnos cada vez peor, como si estuviéramos fallando en una obligación moral.

La infelicidad trasciende su propio significado, reflejando, de manera más acentuada, la incapacidad de encontrar la felicidad.” Con esta frase quiero provocar el hecho de que la verdadera felicidad no puede ser impuesta ni exigida, sino que debe permitirse crecer naturalmente, sin presiones externas. Esta reflexión nos lleva a considerar que, en lugar de tratar de forzar la felicidad como un deber, podemos encontrar un camino más auténtico y satisfactorio al cultivar la autenticidad, la aceptación de nuestras emociones y la búsqueda de significado en nuestras vidas.

La búsqueda de la felicidad no debe ser una obligación, sino más bien un viaje personal que varía de individuo a individuo, y que a menudo incluye desafíos, altibajos y momentos de profunda introspección.

Así que, en lugar de imponer la felicidad como un deber, podemos abrazar la complejidad de nuestras emociones y entender que la verdadera felicidad, a menudo, está arraigada en la autenticidad y en la libertad de ser nosotros mismos, independientemente de las expectativas externas. Esto nos permite buscar la felicidad de una manera más genuina y significativa, en lugar de caer en la trampa de la búsqueda incesante y estresante de un ideal muchas veces inalcanzable.

La Ceguera Oculta

Te invito ahora a imaginar una empresa de tecnología muy respetada que, después de varias discusiones internas sobre el ausentismo de sus empleados debido a problemas relacionados con la salud mental, comenzó a motivar a sus líderes a crear un ambiente donde se prioriza la alegría y la diversión. Fomentan eventos motivacionales, han construido salas y espacios recreativos, y siempre animan a sus empleados a sonreír, participar en actividades recreativas durante la jornada laboral y mantener un nivel constante de entusiasmo. La idea es convertir esto realmente en parte de la cultura de la empresa, porque, después de una consultoría externa, entendieron que un ambiente feliz necesitaba de un CHO para aumentar la productividad y la satisfacción de los empleados.

Parece fantasía, pero no lo es. Esta historia es real y no se trata de una empresa cualquiera. Un día fui invitado a una reunión en la que sus directores me presentaron un estudio interno que revelaba que, debido a la presión para mantener la felicidad constante, los empleados estaban cada vez más renuentes a plantear preocupaciones legítimas sobre la calidad de los nuevos proyectos en desarrollo. En una encuesta interna realizada de manera confidencial, líderes y empleados en general describieron el miedo como la principal razón de la disminución de su productividad. No querían exponerse pareciendo negativos o pesimistas dentro de un entorno tan orientado hacia la positividad. En consecuencia, ocho meses después de la propuesta de implementar un “ambiente de felicidad”, comenzaron a surgir problemas críticos en varios proyectos, porque muchas de las cuestiones ya no se discutían a tiempo, y los proyectos enfrentaban obstáculos graves que podrían haberse evitado.

Además, el nivel de estrés aumentó significativamente. Esto fue muy evidente en las reuniones que tuve con los líderes de equipo. Durante nuestras conversaciones, algunos se mostraron extremadamente irritados al describir su comportamiento frente a las demandas excesivas de la empresa. Según algunos de ellos, realmente intentaban mantener una sonrisa en sus rostros y una actitud positiva, siguiendo la cultura de la empresa. Como resultado, no expresaban su insatisfacción y se veían envueltos en actividades y plazos casi imposibles de cumplir.

Espero que te des cuenta de que, en lugar de promover un entorno laboral donde las emociones sean auténticas y variadas según la situación, la presión por la felicidad puede obstaculizar la detección de problemas, la toma de decisiones informadas y la negociación efectiva. Esta fue la consecuencia de infringir la alteridad de tus colaboradores.

El hecho es que varios estudios conductuales dejan claro que las personas alegres tienen más dificultades para identificar mentiras y fraudes que aquellas que son menos alegres. Además, las personas que actúan de manera natural en su trabajo tienden a negociar mejor que aquellas que son excesivamente felices. No hay duda para la psicología conductual de que forzarse a ser feliz puede no ser bueno en todos los aspectos profesionales, especialmente en trabajos que requieren ciertas habilidades, especialmente a nivel de gestión y liderazgo. En la práctica, la felicidad a menudo puede empeorar el rendimiento. Después de todo, cuando uno está feliz, nunca quiere dejar de serlo.

Los Ruidos en las Relaciones Humanas

Si has llegado hasta aquí, ya debes tener en mente que hay problemas fundamentales para reflexionar cuando el objetivo es la búsqueda de la felicidad dentro de las organizaciones. A diferencia de una aspiración universal, que tiende a hacer que las personas crean que encontrar la felicidad en el trabajo, en las amistades o en las relaciones personales es esencial para una vida plena, quiero provocar la idea de que la felicidad no puede simplemente imponerse ni esperarse de los demás, y esta expectativa puede tener implicaciones significativas en las relaciones humanas.

En este sentido, uno de los problemas clásicos es la dependencia emocional y la presión en el trabajo. Una vez, en un proceso de desarrollo cognitivo-conductual con uno de mis clientes, decidí incluir una serie de entrevistas individuales y grupales para entender hasta qué punto la felicidad formaba parte del ambiente en el que trabajaban. Fue entonces cuando algo llamó mi atención. Muchos empleados me confiaron que, para ellos, la felicidad en el trabajo debía provenir de sus gerentes o colegas de otros departamentos para que pudieran sentirse felices.

De hecho, es posible que no te hayas dado cuenta, pero aquí hay un problema importante, ya que este tipo de pensamiento puede llevar a una forma de dependencia emocional. Permíteme explicarlo mejor. En un entorno laboral, esto tiende a traducirse en empleados que constantemente buscan reconocimiento y validación de sus superiores. Cuando no reciben la respuesta deseada, pueden sentirse desatendidos, lo que lleva a conflictos y resentimientos en el lugar de trabajo. Además, un empleado que espera elogios constantes de su jefe, cuando no los recibe, a menudo comienza a sentirse menospreciado y ansioso, afectando negativamente su relación con el jefe y su productividad. Este tipo de condición es en gran medida responsable del desarrollo del síndrome de burnout.

Vale la pena destacar el libro “The End of Love: A Sociology of Negative Relations” de Eva Illouz, que observó un extraño efecto secundario de intentar ser más afectuoso en el lugar de trabajo: las personas comenzaron a ver la vida personal como una tarea profesional. En su texto, los entrevistados afirmaron categóricamente que veían sus vidas personales como aspectos que debían gestionarse cuidadosamente a través de una amplia gama de herramientas y técnicas adquiridas en su vida profesional. Como resultado, la vida en el hogar se volvía cada vez más fría y calculada. Por lo tanto, no es de extrañar que muchos prefirieran pasar más tiempo en el trabajo que en casa.

Como terapeuta, he tenido la oportunidad de atender a personas que terminaron llevando la propuesta del imperativo de la felicidad a sus propios hogares. El año pasado, atendí a una azafata que estaba constantemente preocupada por mantener un ambiente “feliz” en casa, evitando conversaciones difíciles o conflictos, lo que gradualmente distanció las conversaciones sinceras hacia la superficialidad en su relación hasta que terminó en divorcio.

Por lo tanto, afirmo aquí que la presión por ser feliz todo el tiempo también puede afectar las relaciones personales. Las personas pueden comenzar a ver la vida personal como una tarea profesional que debe gestionarse de manera efectiva. Esto puede resultar en un enfoque calculado e incluso distante hacia las relaciones familiares y afectivas.

¡No te sorprendas! Otro punto que vale la pena saber es que los estudios conductuales muestran que las personas de buen humor pueden ser menos generosas en ciertas situaciones. En otras palabras, esto significa que la búsqueda implacable de la felicidad puede llevar a un enfoque excesivo en uno mismo, en lugar de en las necesidades y sentimientos de los demás, volviéndolos egoístas. Esto tiende a perjudicar siempre la calidad de las interacciones sociales y afectar negativamente las relaciones humanas, pudiendo incluso volverlas tóxicas.

La investigación concluyó que las personas que constantemente buscan su propia felicidad tienden a ser menos propensas a ayudar a otros en momentos de necesidad, lo que puede afectar adversamente los vínculos sociales y llevar al aislamiento emocional. Aquellos que se dedican demasiado a la búsqueda de la felicidad pueden sentir que no pueden expresar emociones consideradas “negativas”, como tristeza o enojo. Esto puede crear una falta de autenticidad en las relaciones humanas, ya que las personas no se sienten libres para compartir sus verdaderos sentimientos.

La idea de que ser feliz nos hace mejores personas no es necesariamente correcta, según otro estudio interesante. Los participantes recibieron cupones de premios y debían elegir cuántos cupones darían a otras personas y cuántos guardarían para sí mismos. Aquellos que estaban de buen humor terminaron guardando más boletos para sí mismos. Por lo tanto, al menos en ciertos contextos, ser feliz puede no significar ser más generoso. De hecho, puede significar lo contrario. En otra investigación, después de pedir a los participantes que llevaran un diario detallado durante dos semanas, los psicólogos descubrieron que aquellos que valoraban más la felicidad también se sentían más solos. Al parecer, dedicarse demasiado a la búsqueda de la felicidad puede ocasionar una sensación de falta de conexión con otras personas.

Los Desafíos de la Búsqueda de la Felicidad en el Ambiente Laboral: Una Perspectiva Realista

La verdad es que no faltan investigaciones que nos dicen que, en el fondo, la felicidad organizacional se basa más en apariencias e ideología. La felicidad es un concepto conveniente que parece excelente en teoría, pero también es una idea que ayuda a evadir problemas más serios en el trabajo.

A menudo, la felicidad se ha utilizado como una fachada brillante que las organizaciones muestran al mundo exterior. Promueven la idea de que todos sus empleados son felices y satisfechos, creando una imagen pública positiva. Sin embargo, esto oculta el otro lado, donde esa búsqueda excesiva de la felicidad en el trabajo puede ser solo superficial, enmascarando problemas reales que ocurren entre bastidores. Los empleados pueden ser retratados como sonrientes en las fotos corporativas, pero enfrentar conflictos no resueltos, políticas perjudiciales e incluso discriminación en el entorno laboral. Además, esta énfasis en la felicidad puede servir como una forma conveniente de evitar cuestiones serias y incómodas.

En estos años trabajando con empresas, no faltaron ejemplos que utilizan la búsqueda de la felicidad como táctica para evitar problemas como conflictos internos, problemas de comunicación y otras preocupaciones legítimas. Esto crea una cultura donde los problemas se ignoran en lugar de resolverse, socavando la salud a largo plazo de la cultura organizacional. Muchos ambientes tóxicos surgen de movimientos como este. Por lo tanto, afirmo aquí que esta moda de la felicidad puede tener un impacto negativo en la cultura laboral. Esto puede llevar a un entorno donde las preocupaciones no se comparten y, como consecuencia, los problemas persisten y empeoran. Además, esta énfasis en la felicidad puede llevar a la falta de respeto hacia las emociones auténticas de los empleados, haciendo que sean menos propensos a expresar sus preocupaciones y desafíos.

En última instancia, el equilibrio es fundamental. Aunque es importante buscar un entorno laboral donde los empleados se sientan valorados y satisfechos, esta búsqueda no debe usarse como una cortina de humo para ocultar problemas subyacentes. La felicidad en el trabajo debe ser genuina y basada en la resolución de problemas reales, en lugar de ser solo una idea superficial para impresionar. Reconocer las imperfecciones y abordarlas de manera proactiva es esencial para construir una cultura de trabajo verdaderamente saludable y satisfactoria.

Este punto destaca cómo la idea de que los empleados felices son más productivos puede llevar a la evasión de problemas difíciles. Sin embargo, es importante recordar que la felicidad en el trabajo no es una solución para todos los problemas, y las preocupaciones legítimas deben tratarse adecuadamente en lugar de ser ignoradas. Apelar a la felicidad, con toda su ambigüedad, es una excelente manera de eludir decisiones controvertidas, como despidos. Como destaca Barbara Ehrenreich en el libro “Bright-sided”, los mensajes positivos sobre la felicidad resultaron ser especialmente populares en tiempos de crisis y despidos masivos. Esta autora describe que la búsqueda de la felicidad puede usarse como una táctica evasiva en situaciones de crisis, como los despidos masivos. Esta estrategia puede considerarse insensible e inapropiada, especialmente cuando se deben tomar decisiones difíciles, como despidos, con transparencia y empatía.

Repetitivo sin querer, el hecho es que el Chief Happiness Officer (CHO) debe tener claro que, además de ser agotador y causar reacciones exageradas, quitar importancia a la vida personal, aumentar la vulnerabilidad y hacernos más ingenuos, egoístas y solitarios. Lo más preocupante es que buscar deliberadamente la felicidad puede terminar robándonos incluso la alegría que sentimos con las cosas realmente buenas de la vida.

En realidad, el trabajo, al igual que todos los demás elementos de la vida, puede hacernos sentir las más variadas emociones. Si consideras que tu trabajo es deprimente y carece de sentido, tal vez lo sea de verdad. Fingir que no lo es solo puede empeorar las cosas. Obviamente, la felicidad es maravillosa, pero no puede ser creada por nuestro simple deseo. Y tal vez, cuanto menos busquemos activamente la felicidad en el trabajo, más alegría podamos encontrar en él, una alegría espontánea y placentera, no artificial y opresiva. Además, tendremos más sabiduría para lidiar con el trabajo. Verlo como realmente es, y no como nosotros, ya sea ejecutivos, empleados o maestros de la danza motivacional, pretendemos que sea.

Entonces, ¿cómo podemos aplicar estas ideas a nuestra búsqueda de la felicidad en las empresas? La respuesta no es simple, ya que las empresas son organizaciones complejas compuestas por individuos con diferentes perspectivas y objetivos. Sin embargo, se pueden extraer algunas lecciones de esta exploración de la felicidad a lo largo de la historia:

– La felicidad es un concepto personal: Al igual que no hay una única definición de felicidad que se aplique a todos, no hay un enfoque único para promover la felicidad en las empresas. Es importante reconocer que las personas tienen diferentes valores, objetivos y fuentes de felicidad, y las empresas deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a esta diversidad.

La felicidad está vinculada a la autenticidad y al propósito: Muchas filosofías y enfoques de la felicidad destacan la importancia de vivir una vida auténtica y buscar un propósito significativo. Las empresas pueden promover la felicidad de los empleados al crear un entorno que les permita ser auténticos y encontrar significado en su trabajo.

– El bienestar psicológico es fundamental: La psicología positiva identifica factores como la gratitud, la resiliencia y el compromiso como componentes importantes de la felicidad. Las empresas pueden promover el bienestar psicológico de los empleados brindando apoyo emocional, oportunidades de desarrollo personal y un entorno de trabajo saludable.

– El equilibrio entre el placer inmediato y a largo plazo es importante: Mientras que algunos enfoques de la felicidad enfatizan la búsqueda del placer inmediato, otros resaltan la importancia de considerar las consecuencias a largo plazo de nuestras elecciones. Las empresas pueden ayudar a los empleados a encontrar un equilibrio saludable entre la gratificación inmediata y el logro de metas a largo plazo.

– La búsqueda de la felicidad no debe perjudicar a los demás: Algunos enfoques de la felicidad destacan la importancia de no perjudicar a otras personas en la búsqueda de la propia felicidad. Las empresas pueden promover una cultura de responsabilidad social y ética, donde el éxito no se logre a expensas de los demás.

Espero que al llegar a este punto en tu lectura, ya quede claro que la función de un CHO va mucho más allá de lo evidente. La búsqueda de la felicidad en las empresas es un desafío complejo y multifacético. Sin embargo, al reconocer la naturaleza personal de la felicidad, promover la autenticidad y el propósito, apoyar el bienestar psicológico, equilibrar el placer inmediato y a largo plazo y promover la responsabilidad social, las empresas pueden crear un entorno donde los empleados tengan más oportunidades de encontrar la felicidad en su trabajo y en sus vidas. En este sentido, la felicidad en las empresas no es solo un objetivo a alcanzar, sino un proceso continuo de exploración y crecimiento personal y organizacional. La verdadera pregunta puede ser menos acerca de cómo ser feliz y más acerca de cómo vivir con propósito, autenticidad y gratitud. Tal vez la felicidad no sea un destino a alcanzar, sino un compañero de viaje que nos acompaña en nuestra jornada por la vida. Después de todo, como sugiero al principio: “Todo lo que realmente necesitamos hacer es detenernos, respirar y apreciar cada momento presente en toda su plenitud por existir y luego preguntarnos, ¿por qué?”

Te invito a leer el próximo capítulo donde exploraré la idea de: ¿Qué tipo de felicidad valoran más las personas?

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GRACIAS POR LEER Y VER A MARCELLO DE SOUZA EN OTRA PUBLICACIÓN EXCLUSIVA SOBRE EL COMPORTAMIENTO HUMANO

Hola, soy Marcello de Souza. Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente en una gran empresa del mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en proyectos importantes de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí sumergirme en el universo de la mente humana.

Desde entonces, me convertí en un profesional apasionado por descifrar los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional Humano. Con una carrera diversificada, destaco mi papel como:

  • Master Sénior Coach y Trainer: Guiando a mis clientes en la búsqueda de metas y desarrollo personal y profesional, logrando resultados extraordinarios.
  • Chief Happiness Officer (CHO): Fomentando una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y el compromiso de los empleados.
  • Especialista en Desarrollo del Lenguaje y Comportamiento: Mejorando las habilidades de comunicación y autoconciencia, capacitando a las personas para enfrentar desafíos con resiliencia.
  • Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizando la terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada.
  • Constelación Psíquica Sistémica Familiar y Organizacional: Basada en las leyes sistémicas y psíquicas del comportamiento que rigen nuestros afectos, esta práctica ofrece una visión profunda de las influencias ancestrales que moldean nuestro viaje.
  • Hipnoterapeuta: Basada en la interacción entre la mente y las metáforas, la Hipnoterapia ayuda a superar obstáculos, patrones no deseados y promueve la autodescubrimiento.
  • Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Compartiendo conocimientos valiosos e ideas en eventos, capacitaciones y publicaciones para inspirar cambios positivos.
  • Consultor y Mentor: Aprovechando mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos para identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro postgrados y un doctorado en Psicología Social, junto con certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el campo son ampliamente reconocidas en cientos de clases, sesiones de entrenamiento, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 05/2024).

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