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CREENCIAS LIMITANTES: DESVELANDO Y AUTO-TRANSFORMÁNDOSE

“La creencia consiste en la persistencia de nuestras concepciones experienciales durante la vida que se suman con nuestras cuestiones vividas cuando están fundamentadas según nuestros intereses, que se cree que dan sentido a nuestra condición deseante, y subsiste como una explicación de por qué las cosas son como son desde nuestras perspectivas como seres, que pueden o no ser verdaderas, reales o correctas.” (Marcello de Souza)

Es sorprendentemente difícil desconstruir una creencia una vez que la persona ya ha elaborado una razón fundamental apoyada en el entendimiento a partir de vínculos pasados. Son las experiencias relacionales anteriores, desde el principio de existencia al nacer, las que construimos nuestras concepciones presentes de la vida y que con el tiempo se vuelven muy difíciles de deshacer. En este punto, tendemos siempre a buscar razones y encontrar coherencia que la apoye. Aunque se presenten argumentos concretos que puedan contrariar tales creencias, tendemos a todo momento a justificarlas, incluso a partir de datos imprecisos.

Una implicación sobre esto es que cuanto más examinamos nuestras teorías y explicamos cómo pueden ser correctas, más nos vamos limitando de información que pueda desafiar nuestras creencias. Esto es tan serio que gran parte de nuestras actividades diarias son juzgadas y circunscritas a partir de cuestiones que no son necesariamente verdaderas o que tengan una constatación real sobre, reduciendo el campo de las posibilidades en nuestras relaciones con la vida. Esto es lo que llamamos, por ejemplo, sesgo de confirmación.

Este sesgo cognitivo ocurre cuando tendemos a buscar, interpretar y recordar información de una manera que confirme nuestras creencias o hipótesis existentes, mientras ignoramos o minimizamos información que pueda contradecirlas. Esto puede llevar a la estancación del pensamiento y limitar nuestra capacidad para considerar perspectivas alternativas o nueva información. Cuando estamos atrapados en el sesgo de confirmación, podemos inadvertidamente reforzar nuestras propias creencias, incluso si están incorrectas. Esto puede tener consecuencias significativas en diversas áreas de la vida, incluyendo decisiones personales, relaciones, profesionales o incluso políticas.

El hecho es que, durante la vida, vamos construyendo teorías que refuerzan lo que creemos, dando una explicación coherente de tal perspectiva. En este sentido, se establece inconscientemente una condición que refuerza la perspectiva inicialmente creída. Por eso, nuestras creencias desarrollan varios desencadenantes mentales que están representados por sesgos, como:

  • Sesgo de Confirmación: Tendemos a buscar, interpretar y recordar información de una manera que confirme nuestras creencias existentes, ignorando o minimizando la evidencia que las contradiga.
  • Sesgo de Disponibilidad: Damos más importancia a la información que está fácilmente disponible en nuestra memoria, a menudo sobreestimando su relevancia y frecuencia en la realidad.
  • Sesgo de Anclaje: Tendemos a basar nuestras decisiones y evaluaciones en un valor inicial (ancla), incluso si ese valor es arbitrario o irrelevante para la situación.
  • Sesgo de Conservación: Tendemos a mantener nuestras creencias y perspectivas actuales, incluso cuando nos enfrentamos a nuevas evidencias o información que las contradiga.
  • Sesgo de Atribución: Atribuimos causas y motivos para el comportamiento de otras personas de una manera que refleje nuestras propias creencias y prejuicios.
  • Sesgo de Falso Consenso: Tendemos a sobreestimar cuánto están de acuerdo los demás con nosotros, presumiendo que nuestras propias creencias, valores y opiniones son más comunes de lo que realmente son.
  • Sesgo de Autoconveniencia: Interpretamos situaciones de una manera que nos beneficie o refuerce nuestra autoimagen positiva, evitando la responsabilidad por errores o fracasos.
  • Sesgo de Hindsight: Tendemos a percibir los eventos pasados como si hubieran sido más previsibles de lo que realmente fueron, una vez que conocemos el resultado.

Estos y muchos otros desencadenantes proporcionados por nuestras creencias influencian nuestras decisiones de maneras sutiles y a menudo inconscientes. Reconocer estos patrones de pensamiento puede ayudarnos a examinar críticamente nuestras creencias y tomar decisiones más informadas, lo que nos ayuda a minimizar el riesgo de ser víctimas de nuestras propias falacias. Por eso, es necesario entender que las creencias son tan representativas de la mente humana que, bajo ciertas condiciones y motivadores, es capaz de construir recuerdos a partir de similitudes pasadas para dar más sentido a una realidad que no necesariamente ha existido.

Por ejemplo, un estudio realizado sobre memoria y creencias, llevado a cabo durante más de 30 años en los Estados Unidos con testigos de crímenes violentos, reveló resultados sorprendentes. Se demostró que, una vez formada una primera impresión negativa sobre un acusado, es poco probable que el testigo lo considere inocente. En otras palabras, tendemos a tomar partido y persistir en nuestras creencias internas, incluso frente a hechos y evidencias que contradicen nuestros juicios. De hecho, muchas veces las historias relatadas por los testigos eran construcciones mentales falaces.

Las Creencias En Nuestro Día a Día

Veamos la situación desde otro ángulo: Alice y João se conocieron en un entorno profesional y decidieron iniciar una relación amorosa. Ambos tienen una autoestima saludable y no llevan traumas significativos del pasado. Sin embargo, sus orígenes familiares han moldeado sus creencias subyacentes de manera profunda y, si no son reconocidas y confrontadas, pueden llevar a patrones de comportamiento tóxicos.

Alice creció en un entorno donde se fomentaba la comunicación abierta y el enfrentamiento saludable. Desde temprana edad, aprendió la importancia de expresar sus sentimientos y resolver conflictos de manera directa. Por otro lado, João fue criado en un ambiente donde se evitaba el conflicto a toda costa y expresar emociones negativas se veía como una debilidad. Desafortunadamente, su familia ejemplificaba lo que podría llamarse un ambiente familiar disfuncional.

A medida que su relación avanza, surgen desacuerdos inevitables. Alice, fiel a sus creencias, intenta abordar los problemas directamente, comunicando claramente sus sentimientos y buscando soluciones juntos. Sin embargo, João, influenciado por sus creencias de evitar conflictos a toda costa, responde retirándose emocionalmente y evitando discutir los problemas.

Con el tiempo, esta diferencia en el enfoque de los conflictos crea resentimiento y frustración en Alice, quien se siente desvalorizada y no escuchada. Por otro lado, João se siente sofocado por la constante necesidad de Alice de resolver problemas y acaba alejándose emocionalmente para evitar confrontaciones incómodas.

A pesar de que ambos son psicológicamente saludables, sus creencias subyacentes sobre cómo manejar conflictos y expresar emociones comienzan a generar problemas no resueltos. Esto, a su vez, crea un ambiente propicio para que cada uno comience a imaginar problemas que ni siquiera forman parte de la realidad. Como resultado, la falta de diálogo y la falta de comprensión mutua llevan a patrones de comportamiento tóxicos, donde las discusiones se desvían del problema real y la evasión de enfrentarlos de frente mina gradualmente la relación.

Espero que comprendas que nuestras creencias generan expectativas que afectan profundamente la forma en que percibimos e interpretamos los eventos en nuestra vida. Con el tiempo, nos volvemos prisioneros de nuestros propios patrones de pensamiento. Para entender quiénes somos realmente y qué perspectiva podemos tener en nuestras relaciones con la vida, es necesario comprender que las creencias son la formación de los pilares fundamentales que nos hacen ser quienes somos. Somos creencias, y por eso mismo, nuestros “preconceptos” controlan nuestras interpretaciones, el campo de posibilidades con la vida, así como nuestros propios recuerdos.

La verdad es que lo que vemos como vida no es más que nuestras percepciones a partir de nuestras representaciones formadas por nuestras creencias, es decir, son responsables de nuestras interpretaciones previas ante nuestras relaciones. Que a su vez, moldean las nuevas interpretaciones y así sucesivamente. Es el filtro de nuestros patrones ante nuestras perspectivas temporales, entre el pasado, el presente y el futuro. Nuestras creencias son nuestras referencias ante nuestras decisiones. Dejamos de dar oportunidad a otras circunstancias para una misma cuestión, porque nuestras creencias, cuando no son cuestionadas, se vuelven cada vez más intuitivamente selectivas.

“Las creencias están directamente relacionadas con las emociones y la construcción de nuestros pensamientos sufre intervenciones ininterrumpidas de nuestras creencias ante las representaciones que nos hacen presentes.” (Marcello de Souza)

Las Creencias Nos Pueden Llevar a Tomar Decisiones Basadas en Hechos Ilusorios

¡Sí! Sé que parece repetitivo ya que he hablado de sesgos y falacias, además de otras cuestiones que explican esta afirmación. Pero quiero ir más allá. Las creencias pueden llevarnos a tomar decisiones basadas en hechos ilusorios. Debido a nuestras creencias, a menudo subestimamos la precisión de nuestro juicio. Tendemos a creer que estamos en lo correcto y que acertamos mucho más que erramos, lo que dificulta nuestra imparcialidad cuando tenemos que tomar decisiones. La evidente validez de nuestros juicios también se extiende a las estimaciones de nuestra conciencia actual.

El hecho de estar presente con nosotros mismos consiste en tender a buscar información que confirme nuestras preconcepciones formadas por nuestras creencias. De hecho, la gran dificultad de la vida es precisamente no poder, a través de nuestras experiencias, tener una alta valoración más realista. Si no hay permisibilidad introspectiva, seguiremos manteniendo una excesiva y poco prudente confianza ante nuestras creencias y luego pasaremos a valorar excesivamente como verdad nuestras decisiones, considerándolas como ciertas. Por eso mismo, estamos constantemente buscando relacionarnos con lo que nos ayude a mantener una autoimagen positiva.

La realidad es que el ser humano por naturaleza busca facilitar sus decisiones, y esto es una dificultad psíquica muy conectada. Tan fuerte que tenemos mucha dificultad para contradecirnos a nosotros mismos. No escatimamos esfuerzos para defendernos de todo lo que expone la idea de vulnerabilidad que cargamos a través de nuestras propias concepciones como seres, y esto es un factor determinante para la calidad de vida en sí misma.

Esta defensa nos aleja de explorar y conocer otras perspectivas que van más allá de aquellas en las que creemos. Representa una impetuosa falacia en la psique humana, que tiene como objetivo no solo dar una equivocada sensación de protección (real o imaginaria) sino también servir como un filtro sentimental. La cuestión más importante para entender sobre esto es que al someternos a esta falacia no damos contingencia a la vida, y esto nos aleja cada vez más de la propia realidad. Toda esta condición socio-cognitiva de la que estamos hablando obviamente está directamente relacionada con la formación de nuestra memoria.

El Papel de Nuestras Memorias en Nuestras Creencias

La memoria juega un papel fundamental en nuestras vidas, no solo como un tema puramente biológico o psicológico, sino también social. Dependemos de la memoria, ya que nos permite realizar tareas desde actividades básicas diarias, como comer e higienizarse, hasta actividades más complejas, como el trabajo y la navegación.

También es responsable de nuestro aprendizaje, y fijar conceptos, procedimientos o teorías complejas. Es fundamental para nuestra protección, ya que a lo largo de la vida construimos una lista de peligros y situaciones que nos han llevado a sentir dolor y sufrimiento, a los cuales podemos someternos y en los que podemos involucrarnos en ciertas situaciones. A menudo garantiza la supervivencia física y el bienestar emocional. También es la capacidad mnémica que nos permite conectar información y transmitir nuestras historias, tanto colectivas como personales. Ofrece el contorno de nuestra identidad, permitiéndonos incluso planificar el futuro. Las áreas cerebrales involucradas en la producción de proyecciones y planificaciones son las mismas que se utilizan en el mantenimiento de recuerdos y nuestras creencias.

En resumen, se puede decir que la memoria representa un espacio donde se almacena información y se puede recuperar cuando sea necesario. Sin embargo, este espacio es finito, no es posible archivar toda la información obtenida durante la vida, y por esta razón, parte de esta información se pierde. En otras palabras, los recuerdos no registran información como en una película, sino fragmentos emocionales y sentimentales. Nuestros recuerdos no son copias fieles que permanecen almacenadas. Al intentar recuperar un recuerdo, lo reconstruimos, y esta reconstrucción está influenciada por las emociones presentes en el momento.

El recuerdo de un evento no es una reconstitución literal del evento, sino más bien una reconstrucción influenciada por la identidad actual de la persona. Al buscar información pasada, estamos sujetos a un razonamiento retrospectivo, en el que los recuerdos se representan de acuerdo con las relaciones establecidas en el momento presente. En ningún caso el recuerdo de un evento vivido es una restitución literal del evento original.

Es importante señalar que muchos de los eventos en nuestra vida, especialmente los más traumáticos, pueden perder imágenes visuales con el tiempo, mientras que los sentimientos y emociones asociados con estos eventos permanecen intactos. Este “olvido” de la imagen traumática normalmente ocurre como una acción protectora del propio inconsciente. Esta distinción es crucial para comprender cómo los recuerdos dan forma a nuestras creencias e influyen en nuestras perspectivas futuras. Mientras que las imágenes visuales pueden desvanecerse o ser bloqueadas inconscientemente, los aspectos emocionales de estos recuerdos tienen una influencia poderosa en nuestras percepciones y comportamientos.

Los estudios en psicología y neurociencia muestran que los recuerdos emocionales y sentimentales más intensos se almacenan de manera más vívida y duradera en nuestra mente, debido a la activación de áreas cerebrales asociadas con las emociones durante los eventos. Estos recuerdos a menudo se acceden de manera inconsciente y pueden dar forma a nuestras respuestas a situaciones similares en el futuro. Por ejemplo, un evento traumático en la infancia puede llevar a respuestas emocionales y sentimentales intensas, trastornos e incluso fobias en situaciones que de alguna manera evocan similitudes con el evento original.

Por lo tanto, nuestros recuerdos son reconstrucciones activas continuas, influenciadas no solo por el evento original, sino también por nuestras experiencias, conocimientos y situaciones actuales. Esta dinámica de reconstrucción relacional puede llevar a distorsiones y falsos recuerdos, especialmente cuando las sensaciones presentes en el momento de la recuperación del recuerdo son intensas. En otras palabras, es esencial reconocer el papel central de los recuerdos en nuestras vidas y cómo dan forma a nuestras creencias y perspectivas. Al comprender mejor esta interacción entre memoria, sentimiento y emoción, podemos desarrollar estrategias más efectivas para lidiar con problemas limitantes y eventos traumáticos pasados, y construir un futuro más positivo y saludable.

Es una reconstrucción que se opera en función del sentimiento de identidad actual del sujeto: sus deseos, metas y creencias; su conocimiento; y los detalles específicos disponibles. Al ser ambiguos y fragmentados, los extraemos y transformamos de la manera que nos interese para adaptarnos a las necesidades ocasionales. Revisamos constantemente estos fragmentos de manera inconsciente para adaptarlos a experiencias, conocimientos y estado actuales.

Es común encontrarnos reinterpretando eventos pasados para justificar nuestros sentimientos y acciones actuales, especialmente en relación con las relaciones intrapersonales. En muchos casos, podemos crear narrativas que atribuyen culpa a otros o distorsionan la realidad para alinearse con nuestras necesidades emocionales o incluso para justificar comportamientos moralmente cuestionables, incluida la creación de falsos recuerdos situacionales.

Por ejemplo, en situaciones de ruptura de relaciones, es común que una persona atribuya la culpa al compañero, resaltando sus defectos o comportamientos negativos, para validar su propia decisión o minimizar el dolor emocional asociado con la separación. Del mismo modo, en casos de traición, el individuo puede recurrir a una revisión selectiva de eventos pasados, resaltando supuestas insatisfacciones o inadecuaciones en la relación como justificación para su comportamiento infiel.

Esta tendencia a reinterpretar el pasado puede explicarse mediante mecanismos de defensa psicológica, como la racionalización y la negación, que buscan preservar nuestra autoimagen y reducir la disonancia cognitiva. Sin embargo, es importante reconocer cómo estos procesos pueden afectar no solo nuestras relaciones interpersonales, sino también nuestra propia integridad moral y emocional.

Lo que quiero que entiendas es que se vuelve fundamental cultivar una mayor conciencia de nuestros propios patrones de pensamiento y comportamiento, así como un enfoque más reflexivo y responsable en nuestras interacciones interpersonales. Al reconocer y confrontar nuestras propias tendencias a reinterpretar el pasado, podemos promover relaciones más auténticas y empáticas basadas en la verdad, contribuyendo a un mayor crecimiento personal y una mayor armonía en las relaciones humanas.

Por ejemplo, supongamos que una persona, llamada Ana, experimentó un evento traumático en la infancia, como un accidente automovilístico con la familia yendo a una fiesta de Navidad con otros familiares. Aunque ella puede no recordar los detalles específicos del accidente o las circunstancias exactas, los sentimientos de miedo, ansiedad e impotencia que experimentó en ese momento aún pueden persistir en su inconsciente.

Estos sentimientos de miedo y ansiedad pueden moldear profundamente su percepción y comportamiento en las relaciones interpersonales durante la edad adulta. Por ejemplo, Ana puede experimentar una aversión al compromiso, buscar constantemente la aprobación de los demás o incluso adoptar patrones de relación controladores o manipulativos como mecanismos de defensa inconscientes. El origen de estos patrones puede estar enraizado en el trauma pasado, donde aprendió a asociar la intimidad o el apego emocional con sentimientos de peligro e inseguridad.

Estos patrones pueden manifestarse de diversas maneras en su vida adulta. Por ejemplo, Ana puede sentir miedo, nerviosismo o angustia al abordar un avión para un viaje de vacaciones, puede evitar situaciones que le recuerden las circunstancias que llevaron al evento, como participar en una simple reunión familiar, o incluso no poder relacionarse de manera saludable con otra persona con la que mantiene una relación amorosa. Incluso si no puede identificar conscientemente el origen de estos sentimientos, su mente busca relaciones con eventos que de alguna manera se asemejen al trauma pasado. Esto puede influir en situaciones que, desde una perspectiva externa, parecen no tener relación con el evento traumático.

Reconocer experiencias pasadas, especialmente aquellas marcadas por el trauma, puede dar forma a nuestros patrones de relación y contribuir a la dinámica de relaciones tóxicas. Entender estos patrones puede ser el primer paso para buscar ayuda e iniciar un proceso de curación y crecimiento personal.

Esta dinámica ayuda a explicar por qué muchas personas que tienen miedo de volar nunca han pasado por un accidente de avión o un trauma similar. El mismo principio se aplica a diversos trastornos y fobias, o incluso relaciones saludables que se han vuelto tóxicas. La influencia de los sentimientos y emociones asociados a eventos pasados puede dar forma a las elecciones de vida de Ana, sus relaciones interpersonales y su visión del mundo, incluso si ella no recuerda conscientemente el evento traumático en sí mismo.

Espero que hasta ahora haya ilustrado cómo los recuerdos emocionales pueden tener un impacto significativo en nuestras vidas, incluso si los detalles específicos de los eventos pasados se han olvidado. A lo largo de este artículo, espero haber explorado claramente el papel de los recuerdos emocionales en nuestras vidas y cómo influyen en nuestras creencias, comportamientos y relaciones, tanto interpersonales como intrapersonales. Desde cómo almacenamos y reconstruimos nuestros recuerdos hasta cómo dan forma a nuestras respuestas emocionales y sentimentales, queda claro que los recuerdos tienen un impacto profundo en nuestra experiencia de vida.

Es fundamental reconocer la importancia de lidiar con nuestros recuerdos, ya que contienen sentimientos y emociones, tanto en nuestras relaciones con los demás como en nuestra relación con nosotros mismos. Al comprender cómo nuestras experiencias pasadas influyen en nuestras interacciones con los demás y nuestra autoimagen, podemos comenzar a desentrañar patrones de pensamiento y comportamiento dañinos y buscar estrategias para promover relaciones más saludables y una relación intrapersonal más positiva.

Por eso insisto en que debemos esforzarnos por cultivar una mayor conciencia de nuestros propios recuerdos y desarrollar habilidades para manejarlos de manera constructiva; podemos fortalecer nuestras relaciones y promover una mayor auto comprensión, autenticidad y auto aceptación. Al reconocer y honrar la influencia de nuestras experiencias en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, podemos empoderarnos para vivir una vida más significativa, satisfactoria y armoniosa, tanto a nivel personal como interpersonal.

Planificar El Futuro Parece Demandar Mucha Más Creatividad

En este sentido, a primera vista, planificar el futuro parece demandar mucha más creatividad: necesitamos “inventar” hechos y detalles plausibles y encontrar tiempo y lugares compatibles con nuestras realidades y deseos. Este proceso parece no diferenciarse mucho del recuerdo, pero están relacionados, ya que para planificar el futuro es necesario tener una perspectiva relacional del pasado. Cuanto más vagos son nuestros recuerdos de las imágenes vivenciadas, más tendemos a construir argumentos para llenar los vacíos y como generalmente ocurre. Con excepción muchas veces de situaciones traumáticas, los sentimientos actuales guían nuestros recuerdos, modificándolos en función de nuestros intereses actuales. La verdad es que nuestros recuerdos son más frágiles de lo que podemos imaginar y las creencias son parte fundamental en la construcción y desconstrucción de esto.

El hecho es que todos tenemos este ser totalitario dentro de nosotros, que revisa constantemente el pasado para adaptarlo a nuestras opiniones, intereses y emociones actuales. Consiste en construir nuestros pensamientos en una relación de causa y efecto entre lo real y lo irreal y es esto lo que influye en las decisiones futuras.

Las creencias son útiles debido a su naturaleza psíquica, que busca simplificar el pensamiento y optimizar el tiempo y la energía. Sin embargo, son susceptibles a fallos. Por eso, se basan en estrategias simples de pensamiento en la formación de nuestras impresiones. Aunque faciliten, den sentido y automatizan muchas de nuestras acciones, son defectuosas. Son formulaciones basadas en reglas empíricas que son, en muchas ocasiones, eficientes pero falibles. Juzgan probabilidades de las cosas en términos de disponibilidad ante nuestras experiencias, en otras palabras, la información más accesible en nuestra mente en un momento dado está más sujeta a ser considerada información relevante para ignorar otras informaciones y el sentido connotado es entonces contextual.

Creencias También Son Responsables de los Rumores

Las creencias también son responsables de los rumores. No solo de confiar en ellos, sino también de crearlos. Los rumores consisten en una historia propuesta para creer, de la cual no hay garantías de evidencia. Los rumores se propagan en función de la importancia subjetiva y la ambigüedad objetiva de su contenido y, en su proceso de construcción y expansión, pasan por una transformación explicada por los principios gestálticos de percepción de las cosas. Una proposición específica para creer.

Los rumores no son más que una hipótesis peculiar para creer, que se transmite de persona a persona en diversos medios relacionales, ya sea a través de la comunicación digital, en interacciones sociales o incluso mediante símbolos e imágenes, y que no tiene evidencia certera para respaldarla. De hecho, los rumores tienen su connotación en motivos personales y, en el fondo, sirven de alguna manera como ganancias secundarias, ya sea provocado por el deseo, el miedo, la hostilidad, la inseguridad, los malentendidos, las ganancias, etc., tanto a los individuos potencialmente interlocutores como a los transmisores de los mismos. Además, su ambigüedad puede derivar del carácter fragmentario, desarticulado, descontextualizado, disperso o contradictorio, a partir de hechos o disposiciones subjetivas.

Además, los rumores cumplen algunas funciones sociales importantes tanto emocionales como cognitivas; en su transmisión, existe una dinámica de organización cognitiva orientada a reducir la situación inicial de estímulo a una estructura de interrogación, significativa y de acuerdo con las motivaciones de los sujetos que lo perciben. Los rumores tienden a acortar ciertas estructuras de pensamiento, haciéndolas más concisas y, por lo tanto, absteniéndose de otros hechos y percepciones relacionales. Por lo tanto, su narración se limita a los detalles de un contexto más amplio; es decir, aunque la fuente del mensaje puede ser correcta, se mantienen algunos detalles específicos y otros se eliminan durante cualquier transmisión, y en otros casos, solo se acentúan los puntos de interés singular. Dando así la opción de representar un fenómeno gestáltico donde el sujeto reestructura el contenido, formateándolo para que sea más congruente con el tema propuesto, todo en función de los intereses personales.

Las creencias tienen que ver con la concepción singular presente en cada uno de nosotros. Estamos regidos por nuestras percepciones del mundo, y por eso mismo, queda claro que no somos seres puramente cognitivos, sino motivacionales. El hecho de percibir se limita hasta donde nuestras creencias nos permiten ir, y eso es lo que proporciona la condición para alcanzar algún objetivo con la concepción. El juicio no es una representación única cognitiva que busca solo conservar sus límites, sino que es algo motivado para elegir tácticamente entre varias estrategias posibles, de acuerdo con los objetivos fomentados hacia lo que efectivamente le da sentido a cada uno. El sentido es una parte ininterrumpida que se ajusta a las experiencias vividas, que son los cimientos de la ampliación y la reconstrucción constante de nuestras creencias.

Cuanto mayor sea la posibilidad de experimentar la vida, más oportunidades nos estamos presentando y, con ello, más argumentos construidos ante las elecciones que hacemos, y en otras palabras, más experiencia representa una mayor capacidad para dar valor a nuestras relaciones.

La permisividad para experimentar se representa por la cantidad entre cognición y percepción relacional con el mundo y que ocurre, casi siempre, automáticamente, por eso de su importancia, ya que nuestras propias estrategias se construyen mucho antes de que tengamos conciencia de ellas, pero, esto no significa que a través de la atribución del enfoque, de la condición de estar presente, no se pueda prestar atención y dar la oportunidad de cambiar acuerdos introspectivos, dándole un sentido mayor a otros objetivos y metas.

No somos robots, y por eso mismo, no podemos comportarnos como uno. En este sentido, se vuelve primordial la experiencia con la vida y las relaciones interpersonales son fundamentales para ello. La relación humana nos da la oportunidad de entender la diversidad frente a la pluralidad social y, con ello, percibimos a los demás para luego ser capaces de percibirnos a nosotros mismos. ¿Por qué? Para saber qué esperar del otro frente a nosotros mismos y darse cuenta de que no todas las creencias son verdaderas.

La permisividad para relacionarse también motiva a saber que no siempre hay convergencia en las ideas, en los anhelos y ni siquiera en la propuesta de una vida buena. Las relaciones nos ayudan a interpretar mejor esta tal singularidad humana, que de hecho representa una pluralidad deseante y compleja de creencias donde nadie está en lo correcto de la misma manera que tampoco están equivocados, que todo es cuestión de contingencia y ahí sí, a pesar de las similitudes, se hace posible percibir que somos seres exclusivamente únicos biológica y psicológicamente hablando. No solo eso, también son exclusivos nuestros pensamientos, las relaciones, los afectos, los deseos y los instantes en la vida.

Aunque el hombre haya avanzado increíblemente en algunos campos, en los aspectos psicosociales ha hecho muy poco, ni siquiera en las relaciones interpersonales ni en nuestro pensamiento social. Por el contrario, con gran facilidad, somos bombardeados con nuestras propias verdades, rumores y conjeturas, que desorientan nuestras percepciones como ser humano. En el cotidiano de la vida social, este torbellino de creencias es aún más fuerte y tendencioso que pasivo y lo que es peor, impresiones falsas de interpretaciones provenientes de creencias que estamos entrenados a vivir pueden tener graves consecuencias, además de ser limitantes, nos perjudica en saber dar valor a nosotros mismos, confinar la propia vida, los propios sueños, las propias voluntades y de alcanzar los propios deseos.

En contrapartida, es necesario entender que el pensamiento es algo adaptativo y frecuentemente los errores son un producto secundario de nuestras estrategias para simplificar la información compleja que recibimos. A pesar de todas las trampas, nuestra capacidad de superar mentalmente el propio cuerpo, espacio y tiempo es extremadamente desarrollada. En el transcurso de la evolución, esta habilidad se ha demostrado obviamente muy útil y eficiente. La propia fabricación de una herramienta de piedra útil sería impensable sin que hubiera una determinación para su uso futuro en relación con el propósito mayor de supremacía. El sistema puede que no sea perfecto, pero nos confirió una gran ventaja para la supervivencia, y desde el punto de vista evolutivo, eso hace toda la diferencia y por eso mismo, siempre somos capaces de superar nuestras propias creencias.

“Dubito, ergo cogito, ergo sum.”

(Dudo, luego pienso, luego existo – René Descartes)

No es posible volver a ser lo que ya hemos sido, pero es posible resignificar nuestras creencias simplemente permitiendo nuevas perspectivas para el propio perfeccionamiento de nosotros mismos. La realidad solo es realidad en los instantes percibidos. Por lo tanto, nuestras fantasías sobre el futuro permanecen fijadas en la memoria, y lo que imaginamos un día podemos retomarlo más tarde y modificarlo como queramos. No necesitamos ser esclavos de nuestras creencias. Para ello, los enlaces de cada engrama, basados en experiencias reales, no necesitan modificarse dramáticamente, pero es necesario tener conciencia de que nuestras creencias son meras perspectivas para lo nuevo y, por eso mismo, simplemente demuestran que existen otras y aún más. Todo es cuestión de perspectiva. ¡De la forma de mirar! Incluso frente a nuestros prejuicios cognitivos, hay la oportunidad de también volvernos adaptables, y aunque esto pueda parecer difícil, es posible desarrollar mejor nuestras percepciones dudando de aquello que entendemos como verdad.

“Es necesario que al menos una vez en la vida dudes, tanto como sea posible, de todas las cosas.” (René Descartes)

Las verdades son siempre paradójicas y lo que tuvo sentido para algunos no necesariamente lo tendrá para otro, y lo que fue verdad en un momento, no necesariamente lo será en otro, después de todo, no hay instante igual a otro de la misma manera que cada uno experimenta la vida de su manera única de ser. Las creencias representan quiénes somos y de la misma manera que pueden limitarnos, también podemos refutarlas para ser mucho más. Por eso mismo, sobre todo, es necesario entender que en la vida solo existe una única certeza, que es verdad que nada es verdad, y que todo depende de la manera en que nos disponemos a observarla – ¡Así de simple!

“¿Qué soy yo? Una sustancia que piensa. ¿Qué es una sustancia que piensa? Una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina y que siente.” (René Descartes)

Para ayudarte, presento a continuación 10 preguntas reflexivas diseñadas para ayudarte a comenzar a explorar tus creencias, identificar patrones de pensamiento y comportamiento, y considerar formas de promover un mayor crecimiento personal y autoconocimiento:

1. ¿Cuáles son algunas de las creencias que identificas en tu vida que dan forma a tu visión del mundo y tus interacciones con los demás?

   – Consejo: Enumera al menos tres creencias principales que percibas que influyen en tus acciones y pensamientos diarios.

2. ¿Cómo se formaron estas creencias en tu mente con el tiempo? ¿Fueron influenciadas por experiencias pasadas, valores familiares, educación u otras fuentes?

   – Consejo: Reflexiona sobre los eventos o momentos específicos en tu vida que contribuyeron a la formación de tus creencias. Considera cómo estas influencias moldearon tu perspectiva actual.

3. ¿Alguna vez has tenido una experiencia en la que tus creencias fueron desafiadas? ¿Cómo reaccionaste ante esa situación y cómo afectó tus perspectivas?

   – Consejo: Piensa en una situación en la que tus creencias fueron cuestionadas. ¿Cómo manejaste eso? ¿Hubo algún cambio en tus perspectivas como resultado de este desafío?

4. ¿Qué papel juegan tus creencias en la forma en que tomas decisiones en tu vida personal y profesional?

   – Consejo: Considera cómo tus creencias influyen en tus elecciones diarias, desde decisiones pequeñas hasta cambios importantes en la vida.

5. ¿Puedes identificar algunas creencias limitantes que puedan estar restringiendo tu potencial o impidiendo tu crecimiento? ¿Cuáles son y cómo impactan tus acciones y elecciones?

   – Consejo: Busca patrones de pensamiento o comportamiento que puedan estar limitando tus oportunidades de crecimiento. Identifica creencias que te impidan alcanzar tus objetivos.

6. ¿Qué pasos podrías tomar para desafiar estas creencias limitantes y abrir espacio para nuevas perspectivas y posibilidades en tu vida?

   – Consejo: Explora formas de cuestionar activamente tus creencias limitantes y considera cómo puedes reemplazarlas por pensamientos más capacitadores.

7. ¿Cómo puedes cultivar una mayor conciencia de tus creencias y sus efectos sobre tu vida cotidiana?

   – Consejo: Prueba técnicas de atención plena o lleva un diario para ayudar a aumentar tu conciencia de los pensamientos y patrones de pensamiento.

8. ¿Estás abierto a considerar diferentes puntos de vista y desafiar tus creencias existentes?

   – Consejo: Practica la empatía y esté dispuesto a escuchar perspectivas diferentes a las tuyas. Esté abierto al aprendizaje continuo y al cambio.

9. ¿Cómo podrías aplicar las ideas y perspectivas de este texto en tu vida diaria para promover un mayor autoconocimiento y crecimiento personal?

   – Consejo: Piensa en formas específicas de integrar los conceptos discutidos en este texto en tus prácticas diarias de reflexión y desarrollo personal.

10. ¿Qué acciones específicas puedes tomar ahora mismo para comenzar a actuar de acuerdo con tus nuevas percepciones y perspectivas sobre tus creencias y tu vida en general?

   – Consejo: Establece metas tangibles basadas en tus reflexiones y toma medidas concretas para implementarlas en tu vida diaria.

Además de las preguntas reflexivas, puedes considerar agregar algunas sugerencias de actividades prácticas para explorar tus creencias de manera más concreta. Aquí tienes algunas ideas:

1. Cartografía de Creencias: Crea un mapa visual de tus creencias, identificando creencias centrales y cómo se conectan entre sí. Esto se puede hacer dibujando círculos para representar cada creencia y líneas que conecten creencias relacionadas.

2. Entrevista de Creencias: Realiza una entrevista contigo mismo o con un compañero, explorando preguntas sobre tus creencias, como su origen, influencias e impacto en tus vidas.

3. Escritura de Autoafirmaciones: Escribe una lista de afirmaciones positivas que contradigan tus creencias limitantes. Puedes leer estas afirmaciones diariamente para reforzar una mentalidad más positiva.

4. Desafío de Perspectiva: Elige una creencia específica que desees desafiar y busca activamente evidencia que contradiga esa creencia. Esto puede ayudarte a ampliar tu visión y considerar diferentes puntos de vista.

5. Ejercicio de Visualización: Orienta a los lectores a cerrar los ojos y visualizarse viviendo una vida sin las limitaciones de sus creencias limitantes. Esto puede ayudarte a conectarte emocionalmente con el potencial de cambio.

6. Grupo de Discusión: Anima a los lectores a participar en grupos de discusión o comunidades en línea donde puedan compartir sus experiencias, desafíos e ideas sobre sus creencias. El intercambio de ideas con otras personas puede ser enriquecedor e inspirador.

Al incluir actividades prácticas, proporcionas a los lectores herramientas tangibles para aplicar los conceptos discutidos en el texto en sus vidas, haciendo que la experiencia de lectura sea más atractiva e impactante.

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OBRIGADO POR LEER Y VER A MARCELLO DE SOUZA EN OTRA PUBLICACIÓN EXCLUSIVA SOBRE EL COMPORTAMIENTO HUMANO

Hola, soy Marcello de Souza. Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente en una gran empresa del mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en importantes proyectos de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí sumergirme en el universo de la mente humana.

Desde entonces, me he convertido en un profesional apasionado por descifrar los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional Humano. Con una carrera diversa, destaco mi papel como:

Master Sênior Coach & Trainer: Guiando a mis clientes en la búsqueda de metas y desarrollo personal y profesional, logrando resultados extraordinarios.

Chief Happiness Officer (CHO): Fomentando una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y el compromiso de los empleados.

Especialista en Desarrollo del Lenguaje y Comportamiento: Mejorando las habilidades de comunicación y autoconciencia, capacitando a las personas para enfrentar desafíos con resiliencia.

Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizando la terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada.

Constelación Psíquica Sistémica Familiar & Organizacional: Basada en las leyes sistémicas y psíquicas del comportamiento que rigen nuestros afectos, esta práctica ofrece una visión profunda de las influencias ancestrales que moldean nuestro viaje.

Hipnoterapeuta: Basada en la interacción entre mente y metáforas, la Hipnoterapia ayuda a superar obstáculos, patrones no deseados y promueve el autodescubrimiento.

Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Compartiendo conocimientos valiosos e ideas en eventos, entrenamientos y publicaciones para inspirar cambios positivos.

Consultor y Mentor: Aprovechando mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos para identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro postgrados y un doctorado en Psicología Social, junto con certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el campo son ampliamente reconocidas en cientos de clases, sesiones de entrenamiento, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 05/2024).

Permíteme ser tu compañero en este viaje de autodescubrimiento y éxito. Juntos, descubriremos un universo de posibilidades de comportamiento y lograremos resultados extraordinarios.

Por cierto, te invito a unirte a mi red. Como amante de la psicología del comportamiento, la psicología social y la neurociencia, he creado mi canal en YouTube para compartir mi pasión por el desarrollo cognitivo-conductual con más personas.

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