EL PODER DE LAS EXPECTATIVAS: CÓMO NUESTROS PENSAMIENTOS MOLDEAN NUESTRA VIDA

“Así como las estaciones siempre cambian el paisaje del mundo, nuestro Yo desafía la ilusión de que permanecemos inmutables un segundo después del presente, insistiendo en mostrar que somos una obra inacabada. ¡Somos una obra sin fin! “(Marcello de Souza)

Imagínate estar en un coche, mirando al horizonte mientras la carretera se despliega frente a ti. Mientras observas los paisajes en constante cambio, te preguntas sobre el viaje que te ha llevado hasta este punto. Los recuerdos de quién eras en el pasado y la comprensión de cuánto has crecido a lo largo de los años fluyen en tu mente. Pero aquí está el giro fascinante: ¿alguna vez has pensado en cómo continuará este viaje en el futuro?
Antes de continuar, me gustaría que hicieras un ejercicio de autorreflexión. Para esto, toma un papel y un bolígrafo, aléjate de tu teléfono y entonces, procedamos con el ejercicio:
Primero quiero que hagas una autoevaluación sobre ti mismo hoy, en relación a las características que te describen y que entiendes ser las más importantes, como por ejemplo extrovertido, entusiasta, crítico, conflictivo, confiable, autodisciplinado, etc. (No escatimes en líneas y sé muy sincero – imagina lo máximo posible).
¡Listo! Ahora, haz esta misma evaluación como si estuvieras retrocediendo 10 años. ¿Cuáles eran las características que te representaban hace diez años?
¡Listo! Ahora, señala cuáles de ellas han cambiado y te han formado en lo que eres hoy. Compara tu respuesta de hace diez años con tu descripción de hoy. ¿Puedes percibir los cambios? ¡Descríbelos!
¡Listo! Entonces, ahora, quiero que hagas el máximo esfuerzo y hagas lo mismo para dentro de 10 años. ¿Cómo te ves, cuáles son tus características que te representarán dentro de 10 años? ¡Descríbelas!
Finalmente, compara tu respuesta de hoy con tu descripción de dentro de 10 años. ¿Puedes percibir los cambios? ¡Descríbelos!
Importante: No cambies nada a partir de ahora. Por ahora, dejemos este ejercicio de lado y continuemos con el texto, pronto volveremos a él, ¡de acuerdo!
Continuando…
Volvamos al coche y tú mirando al horizonte. ¿Alguna vez has pensado en cómo continuará este viaje en el futuro?
Esta escena metafórica resuena con la complejidad de un sesgo que pocos se dan cuenta, llamado la “ilusión del fin de la historia”. La expresión puede sonar enigmática, pero su significado es profundamente humano y familiar.
Imagina que estás viendo una serie que parece haber llegado a un punto de conclusión satisfactorio. Todo parece resuelto, los personajes han alcanzado sus objetivos y la trama parece haber llegado a su cúspide. Sin embargo, de repente el servicio de streaming anuncia que la historia continúa, que nuevos capítulos están por venir. La ilusión del fin de la historia es precisamente eso: la tendencia humana a creer que estamos en el punto máximo de nuestra evolución personal, que nuestras características, creencias y valores actuales son definitivos. Esta ilusión nos lleva a subestimar nuestro potencial de cambio y crecimiento futuro. Nos hace ver el “yo” presente como el punto final de nuestra trayectoria, ignorando la continuidad natural del desarrollo humano.
Este tema es tan importante y actual que quiero explorar más a fondo la idea de la “ilusión del fin de la historia” hoy, y así, entender un poco más sobre nosotros mismos, sumergiéndonos en un intrigante dilema humano: cuánto necesitamos a veces sufrir algunas “sacudidas” de la realidad para valorar el imperativo que la vida nos impone entre los constantes cambios, moldeados por experiencias, aprendizaje y crecimiento, versus la libertad de elección y sus valores para nuevas elecciones.
Quiero ayudar a romper un vínculo cognitivo que a menudo, y créeme, realmente a menudo, inconscientemente nos atrapa en un bucle mental que nos lleva a creer que el “yo” actual es el destino final — una especie de parada en la estación de la evolución.
Te invito a explorar la propia lucidez de tu “yo” que es tanto pasado como futuro, sumergiéndote en las profundidades de nuestro entendimiento del tiempo, el cambio y la resistencia a la idea de que nuestra historia está lejos de terminar.
¿Qué tal desafiar tus propias percepciones y abrazar la dinámica constante de que siempre hay espacio para ir más allá?

ENTENDIENDO LA ILUSIÓN DEL FIN DE LA HISTORIA

Cualquier buen profesional que trabaje con el Desarrollo Cognitivo Conductual, cuando atiende a su cliente, puede percibir rápidamente cuán profundamente puede estar sumergido en la ilusión del fin de su propia historia, y al mismo tiempo, cuán engañado está sobre sí mismo.
Sé que parece un poco duro decir esto, pero en realidad no lo es. Esto porque nos pasa a todos. El hecho es que desentrañar las capas de este fenómeno cognitivo y examinar cómo moldea las decisiones, aspiraciones y perspectivas no es una trayectoria fácil, ya que tiene que ver con historias, ejemplos, experiencias vividas año tras año, que a menudo nos llevan a la ilusión del presente de una manera que pasamos a subestimar nuestro potencial de crecimiento futuro. Por eso, más que solo entender el concepto para traer a la luz esta auto realidad, necesitamos reflexionar sobre cómo podemos trascender esta trampa psicológica y abrazar una visión más expansiva de nosotros mismos y de nuestro destino desafiante.
De hecho, puedo afirmar categóricamente que todos somos capaces de reconocer nuestra evolución de quienes éramos en el pasado a quienes somos hoy, pero difícilmente podemos vislumbrar que seguiremos cambiando en el futuro, y es ahí donde surge el concepto intrigante y psicológicamente complejo conocido como el sesgo de la “ilusión del fin de la historia”.
Para explicarlo mejor, quiero dar un ejemplo real de una colega y cliente que también es una excelente terapeuta conductual y que me pidió ayuda precisamente para romper su status quo en el que se encontraba (de hecho, fue ella quien me inspiró a escribir sobre este tema hoy).
Nara (nombre ficticio), es terapeuta, y en su historia desde niña, ha pasado por varias experiencias difíciles que marcaron su vida. Hoy tiene una vasta y lúcida comprensión de la mente humana, entendiendo la capacidad de la neuroplasticidad como una parte profunda y fundamental de la evolución humana. Al igual que muchos de nosotros, es capaz de observar cómo sus creencias, comportamientos y habilidades han evolucionado a lo largo de los años. Este reconocimiento lo utiliza para, por ejemplo, ayudar a las personas a encontrar sus caminos y demostrar a cada uno de ellos nuestra real capacidad de cambio y crecimiento.
Sin embargo, en algún momento, Nara se dio cuenta de que estaba atrapada en un bucle de pensamientos, actitudes y elecciones. Cuando Nara intentó proyectar este cambio en ella misma hacia el futuro, se encontró con un obstáculo cognitivo. Su percepción del “yo” actual era tan convincente que comenzó a enfocar su esfuerzo en todo lo que había logrado hasta ahora, subestimando la posibilidad de futuros cambios que podrían llevarla mucho más lejos. En ese momento, vivía en un paradoja mental. Incluso sabiendo que tenía el conocimiento y las habilidades suficientes para avanzar, no lo hacía. Su realidad se había vuelto repetitiva e ilusoria, desacelerando su propia evolución identitaria. Aquí es donde entra en juego la ilusión del fin de la historia, haciendo que Nara viera su estado actual como el “destino final” de su evolución. Comprendía toda la evolución pasada, pero fallaba en imaginar que su “yo” continuaría evolucionando y que podría expandir su propia construcción de realidad respecto a su vida personal y profesional.

¿CUÁL ES EL IMPACTO DE LA ILUSIÓN DEL FIN DE LA HISTORIA?

Este sesgo tiene profundas implicaciones en nuestra vida diaria, incluyendo la toma de decisiones. Nara, al igual que todos los demás clientes que he tenido la oportunidad de atender, puede encontrarse dudando en buscar nuevas oportunidades o desafíos, pensar de manera diferente o buscar cosas nuevas, asumiendo que sus características y pensamientos actuales, así como la forma en que ve y construye el sentido de su vida, ya están definitivos. Esta creencia es uno de los grandes limitadores del crecimiento personal y profesional, impidiéndonos abrazar los cambios y romper paradigmas en la búsqueda de nuevas experiencias.
¡Sí! En algún momento de la vida pasaremos por esto porque es una tendencia humana intrincada, y esto ayuda a explicar por qué tenemos tanta dificultad para proyectar cambios futuros. Ahora, no confundas esto con sueños, deseos y anhelos. Estoy hablando aquí del “yo”. Por ejemplo, tenemos mucha facilidad para proyectar un sueño en el futuro, algo tangible que queremos tener, lograr o incluso superar. El problema es que en esta proyección a menudo olvidamos añadir un cambio, que es un factor determinante para la realización: el factor “yo”. Déjame explicarlo de otra manera: Imagina que quieres alcanzar un determinado puesto o abrir un determinado negocio. Puedes tener este deseo detallado y planeado en tu mente o incluso en papel. Invertir en consultores, contratar especialistas, etc. Dedicar tu tiempo a algo que realmente te pertenezca. Hasta aquí todo bien. Lo que no puede suceder, pero ocurre, es que olvides incluir tu “yo” en la “ecuación”. En otras palabras, ¿cuáles son las características y atributos que las personas reconocerán en ti y que formarán este “yo” cuando estés en este “presente del futuro”?
Existen ciertas rutinas mentales relacionadas con áreas mentales específicas que tienden a enfatizar el presente y lo conocido, a menudo en detrimento de las posibilidades de evolución futura. Este sesgo es una de las razones por las que luchamos para imaginar nuestro “yo” futuro como sustancialmente diferente del “yo” actual. Una ilusión creada a partir de nuestra propia historia. En otras palabras, uno de los grandes problemas que tenemos con el futuro es que no damos suficientes detalles para que nuestra mente comprenda lo que será importante cuando llegue. De hecho, olvidamos mencionar lo más importante, que es precisamente el “yo”.
No te engañes: Esto es una cuestión neurológica y psicológica. No tiene nada que ver con autoayuda; ¡es ciencia pura! Voy a describir un estudio publicado, muy simple, sobre el tema, que está en la revista Science (https://www.science.org/doi/10.1126/science.1229294) titulado “La ilusión del fin de la historia”. Dirigido por el profesor Jordi Quoidbach y sus colegas para investigar este tema, crearon una serie de cuestionarios y pidieron a los participantes que reflexionaran sobre su pasado, presente y futuro. Se dividió en dos etapas:

1ª Etapa: Enfoque en la Personalidad: En esta primera fase, todos los participantes realizaron una autoevaluación respecto a una serie de características. Por ejemplo, cómo se identificaban:

• Extrovertidos, entusiastas
• Críticos, peleoneros
• Confiables, autodisciplinados
• Ansiosos, fácilmente perturbables
• Abiertos a nuevas experiencias, complejos

2ª Etapa: Luego, los investigadores pidieron a la mitad de los participantes que se imaginaran respondiendo la misma pregunta 10 años en el pasado y a la otra mitad, 10 años en el futuro. Más de 7,500 participantes respondieron, con edades que variaban de 18 a 68 años. Un punto interesante: Este espectro de edad permitió a Quoidbach y sus colegas evaluar cómo las personas perciben sus trayectorias de cambio personal en diferentes etapas de la vida y en diferentes contextos experienciales. Por eso el estudio incluyó desde recién graduados que acababan de entrar en la vida adulta hasta personas que se acercan a la edad de jubilación.
Lo interesante fue observar que, aunque el promedio de los participantes notaba cambios considerables en la personalidad en el pasado, preveían muy pocos cambios en el futuro, como si su “yo” permaneciera congelado en su forma actual durante el resto de sus vidas.
En esta misma línea, Quoidbach y sus colegas ampliaron la investigación para estudiar cómo la ilusión del fin de la historia se extendería a los valores personales de cada uno, y a partir de ahí analizaron las respuestas de 2,700 participantes. Ahora, pidiendo a los participantes que indicaran la importancia de conceptos y valores como hedonismo, logros e incluso tradiciones en sus vidas. Luego, debían imaginar cuáles serían sus respuestas 10 años en el pasado o 10 años en el futuro. El resultado fue que la ilusión del fin de la historia estaba plenamente presente: las personas reconocían cómo sus conceptos y valores habían cambiado en el pasado, pero eran incapaces de prever cambios en estas perspectivas futuras.

CAMBIO, PREFERENCIAS Y DECISIONES A LO LARGO DE LA VIDA

“Así como las estrellas brillan en el cielo nocturno, también nuestro yo brilla a cada instante de la vida, en un constante flujo de cambio en la inalcanzable búsqueda de la perfección.” (Marcello de Souza)

Espero que al llegar hasta aquí ya hayas entendido que esta creencia no se restringe a generaciones específicas. Tanto los abuelos como los adolescentes comparten la idea de que los cambios han disminuido considerablemente y que se han convertido en las personas que serán durante el resto de sus vidas. Esta mentalidad de que la historia está a punto de terminar persiste en nuestra forma de pensar. Esta ilusión no es solo una curiosidad psicológica, sino que también tiene implicaciones profundas en nuestras vidas.
Es responsable de atribuir ruidos en nuestra personalidad y autodesvalorización, lo que a su vez nos lleva a temer el cambio, fijándonos en quién somos ahora. Sin embargo, esta sensación de comodidad tiene un precio, a menudo privándonos de experiencias que enriquecerían nuestra vida y convertirían los sueños en realidad. Se aplica a tantas otras áreas de la vida, como los gustos personales. ¿Quieres ver?: ¿Quién de nosotros no ha sentido vergüenza de mostrar esa foto con esa ropa y ese peinado? O esa tatuaje que hicimos y años después nos preguntamos, ¿por qué???
El hecho es que, ya sea la moda, los tatuajes o incluso las elecciones de las que nos arrepentimos, así como la evolución y refinamiento de nuestras preferencias más personales a lo largo de las décadas, la ilusión del fin de la historia siempre está presente en nuestra jornada personal. Esta ilusión, que nos lleva a creer que el presente es el culmen de nuestra identidad, influye en todas las áreas de la vida y también permea nuestras decisiones más importantes. Por ejemplo, incluye la ilusión de que siempre podemos posponer las cosas porque siempre estarán allí. ¡Sí! Tendemos a posponer experiencias agradables, convencidos de que si están disponibles hoy, también estarán mañana.

NAVEGANDO POR LA INCERTIDUMBRE DEL CAMBIO

Recuerdo haber confrontado a Nara sobre sí misma. Y, como tantos otros, es muy fácil darse cuenta de que las personas son más susceptibles a este sesgo cuando insisten en demostrar cuánto les gusta a sí mismas, creyendo que su personalidad es atractiva para los demás y que sus valores deben ser admirados. Para muchos, y así como para Nara, es aterrador pensar que, si cambian, estarían abandonando esta alienante posición de plenitud y, por lo tanto, tiene mucho sentido aferrarse a quienes son ahora; sin duda, esto reducirá los sentimientos de incertidumbre. Más certeza, menos angustia, ¿no es así?
El hecho es que nos gusta creer que tenemos un conocimiento profundo de nosotros mismos. La idea de que comprendemos nuestras personalidades, valores y preferencias nos proporciona un sentido ilusorio de estabilidad y seguridad. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la posibilidad de que estos aspectos fundamentales puedan cambiar y que en este momento somos solo una fracción de lo que aún podemos ser, enfrentamos una ansiedad existencial. En otras palabras, imagina un rompecabezas cuidadosamente ensamblado. Cada pieza representa un rasgo de nuestra identidad: nuestros gustos, creencias, pasiones y aversiones. Todos tendemos a creer que cada pieza está en el lugar correcto y que el retrato está completo. Sin embargo, cuando te permites abrirte al significado y la significancia de todo lo que está por venir, lo que ocurre es un cambio de perspectiva y, como una brisa inesperada, desordena todas las piezas, mezclándose con muchas otras, desafiándonos a reorganizarlas. ¡Y esto no es fácil de enfrentar! ¿Sabes por qué? Es un viaje solitario sin nadie para alimentar nuestro ego.
La perspectiva de una metamorfosis personal nos perturba porque está arraigada en la incertidumbre. No sabemos cómo seremos diferentes en el futuro, qué piezas permanecerán intactas y cuáles serán transformadas. Esta falta de claridad crea un vacío incómodo entre lo que creemos saber sobre nosotros mismos y la innegable posibilidad de que nuestras referencias identitarias no serán las mismas en el siguiente instante.
Por eso, naturalmente, como ocurrió con Nara, la ansiedad existencial que emerge de este conflicto surge de nuestra naturaleza de buscar constancia y coherencia. Cuando nuestras convicciones sobre nosotros mismos son sacudidas, enfrentamos la incómoda realidad de que nuestra comprensión es fluida y mutable. Después de todo, si no podemos prever con precisión quién seremos en el futuro, ¿cómo podemos estar seguros de quién somos hoy?

¡PERMÍTETE!

“Así como las huellas que se borran en la arena, el viaje de la vida está marcado por transformaciones continuas. Mirando hacia atrás, nos damos cuenta de que quien éramos hace una década es un abismo profundo de lo que somos hoy. Un Yo, una vez considerado inquebrantable, ha fluido, se ha metamorfoseado o se ha perdido dentro de las elecciones en un horizonte de tiempo. Esta constatación nos revela que el cambio es la única constante en nuestro fluir existencial.” (Marcello de Souza)

En cada elección hay angustia. Esta es una reacción natural a las profundas preguntas sobre la naturaleza existencial que existe entre la identidad y el tiempo. Al considerar que la historia de nuestra vida sigue escribiéndose, empezamos a darnos cuenta de que nuestras certezas son solo momentos temporales en una narrativa en constante evolución. Las dudas que surgen de esta comprensión nos incitan, o deberían incitarnos, a explorar la complejidad de nuestra propia existencia. En otras palabras, quiero que entiendas y reflexiones sobre el costo que el confort psicológico ofrece. A menudo, tiene un precio, perjudicando nuestro juicio en decisiones importantes de la vida. El hecho es que la ilusión del fin de la historia puede llevarnos a posponer experiencias agradables y logros invaluables hasta el punto en que ya no los deseemos.
Para reconocer si estás viviendo este sesgo, es importante realizar una autoevaluación profunda y sincera. Además, es esencial estar atento a ciertos signos, como la resistencia al cambio, la estancación en la autopercepción, la falta de exploración, la aversión al cambio, pensamientos e ideas repetitivos, discusión de temas siempre similares, baja creatividad, falta de propuestas innovadoras, entre otros. Si percibes estos patrones en tu comportamiento y pensamiento, puede ser un indicio de que estás cayendo en la ilusión del fin de la historia.
Antes de finalizar, vale la pena volver al punto de partida, al ejercicio de autoevaluación que propuse al principio de este texto. El ejercicio propuesto es un excelente ejemplo de esto. Te invita a reflexionar sobre tus características actuales, cómo eras hace diez años y cómo imaginas que serás dentro de una década. Al hacer esto, te vuelves más consciente de los cambios que han ocurrido a lo largo del tiempo y puedes darte cuenta de que tus características y perspectivas no son fijas, sino evolutivas.
Entonces: ¿Todavía tienes las respuestas que escribiste sobre las características que describiste como propias hoy, hace diez años y aquellas que imaginaste para dentro de una década?
Así que espero que ahora entiendas que este ejercicio nos invitó a un análisis profundo y sincero de nosotros mismos, y ya nos coloca en el camino para comprender la complejidad del cambio. Y, si tuviste dificultades, no te preocupes, ¡todos las tenemos! Sin embargo, haz de este ejercicio una herramienta de empoderamiento para el auto-despertar. Después de todo, así como el paisaje en constante cambio que observamos mientras viajamos, nuestro viaje personal está marcado por transformaciones continuas. Y como se ha dicho exhaustivamente, al mirar hacia atrás, probablemente notaremos que quien éramos hace diez años es diferente de lo que somos ahora. Los rasgos de personalidad que antes considerábamos sólidos e inmutables han evolucionado, se han transformado o incluso han desaparecido para siempre. Esta observación nos revela que el cambio es una constante en nuestras vidas.
Espero que este texto realmente te lleve a cuestionar las elecciones que estás haciendo hoy, las direcciones que tomas, las prioridades, así como los pensamientos que rodean tu mente. Y que de vez en cuando te permitas preguntarte: ¿Estoy considerando lo suficiente esta capacidad intrínseca de cambio cuando trazo mi camino? ¿Estoy permitiendo florecer hacia lo desconocido o me estoy manteniendo prisionero de la ilusión del fin de la historia?
Así como la carretera que se despliega frente a nosotros, la vida continúa presentándonos nuevos paisajes y desafíos. Si nos aferramos a la idea de que el presente es el destino final, podemos privarnos de las maravillas que la evolución personal puede ofrecer. Por lo tanto, mientras exploramos la complejidad de la vida, volvamos al ejercicio de autoevaluación y reconozcamos cómo siempre nos ayuda a obtener una comprensión profunda de la fluidez de nuestro propio “yo”. En otras palabras, mientras la carretera sigue desplegándose, nos corresponde a nosotros abrazar el viaje de auto-descubrimiento, sabiendo que, así como las estaciones siempre cambian el escenario del mundo, nosotros también estamos en constante transformación.

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GRACIAS POR LEER Y VER A MARCELLO DE SOUZA EN OTRA PUBLICACIÓN EXCLUSIVA SOBRE EL COMPORTAMIENTO HUMANO

¡Hola, soy Marcello de Souza! Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente en una gran empresa del mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en importantes proyectos de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí adentrarme en el universo de la mente humana.

Desde entonces, me he convertido en un profesional apasionado por descifrar los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional Humano. Con una amplia carrera, destaco mi actuación como:

– Master Coach Sénior y Formador: Guiando a mis clientes en la búsqueda de metas y desarrollo personal y profesional, obteniendo resultados extraordinarios.

– Chief Happiness Officer (CHO): Fomentando una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y la participación de los empleados.

– Experto en Lenguaje y Desarrollo del Comportamiento: Potenciando habilidades de comunicación y autoconocimiento, capacitando a individuos para enfrentar desafíos con resiliencia.

– Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizando terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada.

– Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Compartiendo conocimientos e ideas valiosas en eventos, capacitaciones y publicaciones para inspirar cambios positivos.

– Consultor y Mentor: Aprovechando mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos para identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro postgrados y un doctorado en Psicología Social, junto con certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el área son ampliamente reconocidas en cientos de clases, entrenamientos, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No Es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 05/2024).

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