RELACIÓN TÓXICA: ¿PUEDE VOLVERSE SALUDABLE O NO?

No hay duda de que vivir una relación tóxica afecta física y psicológicamente, dejando cicatrices difíciles de borrar. También es un hecho que las relaciones tóxicas a menudo pueden volverse abusivas, y aunque no todas las relaciones abusivas terminan trágicamente, pueden sentar las bases para el inicio de todas las formas de violencia en una relación. En este punto, es crucial prestar toda la atención: las relaciones tóxicas pueden convertirse fácilmente en abusivas, pero es importante entender que no todas las relaciones tóxicas se vuelven abusivas, aunque todas las relaciones abusivas son, sin duda, tóxicas.

La cuestión que creo que vale la pena reflexionar es que en este momento en que parece que todo se ha vuelto desechable y, al mismo tiempo, la individualidad se hace presente, las personas están cada vez más solitarias y psicológicamente afectadas. Muchos problemas psíquicos se han abordado con un sentido de igualdad donde la realidad se ha distorsionado y el término tan serio como “relaciones (o relación) tóxicas” se ha convertido en una especie de cliché que se usa con frecuencia de manera incorrecta. Algunos lo utilizan como justificación para otros problemas psíquicos, personales y de comportamiento que deberían examinarse de otras maneras, con más objetividad, seriedad, profundidad, análisis, comprensión, estudio, en resumen, de manera saludable para obtener resultados mucho mejores, preservando la integridad, el respeto y la calidad de las relaciones entre las personas.

Como primer punto a destacar, muchos no tienen claro qué es una relación abusiva y qué es una relación tóxica y cuáles son sus diferencias. También es necesario entender que el perfil de una persona tóxica o abusiva no está relacionado con la sexualidad humana. La persona puede sufrir este desvío o trastorno psíquico y de comportamiento, sea cual sea su orientación sexual o identidad de género. En el caso de la relación tóxica, también puede percibirse desde el punto de vista de quien comete su toxicidad. No necesariamente de quien sufre, o ambos pueden estar siendo tóxicos el uno con el otro y al principio ni siquiera darse cuenta.

“Presta atención a la flecha que está lastimando tu pie. Si te está lastimando, quítala ahora mismo. No dejes que se inflame y ten cuidado de que no quede ninguna parte dentro de ti. Insiste en seguir así y llegará un momento en el que ya no podrás dar ni un solo paso para seguir adelante con tu vida.” (Adaptado por Marcello de Souza)

La realidad es que una relación tóxica puede ocurrir en cualquier lugar y con cualquier persona. Ya sea entre parejas, en el trabajo, en la familia, entre colegas; sucede de muchas maneras, ya sea verbal o no verbalmente, y tiene como resultado que el otro se sienta menospreciado, mal consigo mismo.

Una persona tóxica tiene un perfil negacionista, tiende a quejarse de todo y de todos. Encuentra problemas incluso donde no debería; juzga, critica, se queja, tiene celos, ideas posesivas, actuando como un verdadero vampiro emocional, pero difícilmente se da cuenta de sus acciones.

Al derribar a otra persona, una persona tóxica perjudica la autoestima, el reconocimiento de los propios valores y la distorsión de la imagen que otro tiene de sí mismo. En esta relación, la persona tóxica se convierte en un obstáculo que impide a la otra persona ser ella misma, afectando directamente al crecimiento personal y profesional. Su impacto se siente tanto en el ámbito de la salud física como mental, pudiendo llevar a la persona a desarrollar enfermedades psíquicas como el estrés, la depresión, el trastorno de pánico, fobias, ansiedad, dependencia química, entre otros.

RELACIONES TÓXICAS VS. ABUSIVAS: DESCIFRANDO LAS DIFERENCIAS

Las personas tóxicas a menudo no se dan cuenta del daño que causan a los demás. No son impulsadas por la intención de herir, sino que están ciegas ante su propia realidad. Sistemáticamente, se convierten en rehenes de sus sombras, su propio ego y narcisismo.

Por otro lado, una relación abusiva se caracteriza por el abuso emocional. Los abusadores son conscientes de sus acciones y pueden incluso disfrutar de ellas. Son encantadores hábiles, utilizando tácticas persuasivas al ser agradables, educados y muy amables al principio de una relación o cuando les conviene. Saben trabajar con sus emociones y pueden cambiar su comportamiento según sus intereses. Una vez que hacen que la otra persona sea vulnerable y establecen una conexión, comienzan a actuar fríamente, con la intención de tener control sobre ella, ya sea a través de la intimidación y amenazas, humillación y ridiculización, mentiras, destrucción de bienes materiales, acusaciones, insultos, agresiones mentales, imposiciones y, además, tienen el cuidado intencional de controlar las amistades e incluso las relaciones familiares para evitar cualquier tipo de ayuda externa. Buscan continuamente el dominio en el ámbito psicológico y pueden pasar fácilmente a la violencia física. Los abusadores son fríos, no sienten remordimientos ni compasión, y carecen de empatía.

Las personas abusivas dejan marcas duraderas más allá de la ansiedad y la depresión. Las personas que han experimentado abuso a menudo llevan síntomas de ataques de pánico y trastorno de estrés postraumático relacionados con situaciones que recuerdan su relación abusiva.

Tanto las situaciones tóxicas como las abusivas requieren ayuda externa. Es crucial enfatizar que cualquier forma de violencia psicológica es tan grave como la violencia física. Ser violentado psicológicamente no es una señal de “debilidad”, sino más bien ser víctima de personas que necesitan tratamiento urgentemente.

Definir exactamente cuándo una relación se vuelve tóxica y evoluciona hacia una relación abusiva es desafiante. Sin embargo, hay indicadores en una relación que deben tenerse en cuenta, como la intensidad y recurrencia de los eventos, los celos y la posesividad, el control sobre las decisiones y acciones, los intentos de aislar a la pareja de amigos y familiares, la agresión, el malestar o la incomodidad, la violencia verbal y/o física, presionar o forzar a la pareja a tener relaciones sexuales, otra forma de abuso.

Es importante comprender la clara diferencia entre comportamientos tóxicos y abusivos. Para aquellos que experimentan o han experimentado tales situaciones o conocen a alguien que las atraviesa, puede ser difícil discernir cuándo la relación es más que una trampa. Ya sea debido a desviaciones de comportamiento comunes en personas tóxicas o trastornos de personalidad antisocial como la psicopatía o sociopatía en personas abusivas, todos son hábiles en la conquista. Lo que los diferencia es el límite que imponen al causar daño a los demás. Las personas abusivas a menudo luchan por cumplir con las normas y comportamientos sociales, pero pueden establecer vínculos mínimos y pueden sentir culpa en ciertas situaciones. Los psicópatas, que carecen de empatía y la capacidad de establecer relaciones saludables o sentir remordimiento por cualquier dolor causado, también existen. Sin embargo, es crucial entender que ambos son excelentes manipuladores, capaces de volverse violentos y explotadores, fácilmente capaces de destruir vidas.

El hecho de que una relación tóxica no sea beneficiosa es evidente. Sin embargo, ¿qué tan perjudicial es realmente? ¿Qué tan tóxica es?

Después de considerar todos estos puntos, aún es necesario aclarar que una persona puede actuar de manera tóxica a través de bromas, chismes, críticas, juicios, oportunismo, celos excesivos, egoísmo, arrogancia, narcisismo, demandas, mentiras, dependencia, fraude financiero o emocional, chantaje, en fin, cualquier cosa que se vuelva irrespetuosa hacia el otro hasta el punto de perjudicarlo física o psicológicamente, debilitándolo, potencialmente llevándolo a crear una dependencia cada vez más fuerte en la relación.

“Me di cuenta de que nuestra relación era mala cuando conté cuántas noches me fui a dormir llorando por ti. Casi todas eran.” (Desconocido)

Persistir en una relación con una persona tóxica no es sencillo. Normalmente, las personas tóxicas son el resultado de una historia de vida compleja, principalmente durante la primera década de vida. Es cierto que todos llevamos marcas físicas y mentales resultantes de vínculos y experiencias acumulados desde el principio de la vida. Experiencias perturbadoras, conflictos, frustraciones, pérdidas y traumas también dejan vestigios, causando una carencia o empobrecimiento de recursos emocionales, que se manifiesta a través de vías psíquicas y somáticas a lo largo de la vida.

POR ESO, DIFERENTE DE LAS NOVELAS Y LAS PELÍCULAS ROMÁNTICAS, CON EL TIEMPO EN CUALQUIER RELACIÓN SE DESCUBRE QUE LA OTRA PERSONA TAMBIÉN ES HUMANA, CON CUALIDADES Y DEFECTOS.

Su forma de ser, actuar y pensar es muy diferente de la que se construyó ilusoriamente al principio de cualquier relación, porque el otro también trae consigo el resultado de su propia historia, que debe lidiar con la realidad de la vida y todas sus problemáticas. Pero no solo eso.

Ya sea en una relación de amistad, trabajo o amor, cuando te das cuenta con el tiempo de que el otro no es lo que pensabas que era, puedes reaccionar de muchas formas. En este momento, el historial de tu vida, así como el entorno social y las relaciones familiares, pesa mucho, ya que serán la base de cómo enfrentar la realidad.

Junto con la relación vienen las problemáticas cotidianas, que no se detienen y nunca se detendrán. Ya sea el trabajo, la familia, los amigos, el entorno social y económico, el estrés, las demandas, las deudas, el tráfico, las enfermedades, la violencia; hay innumerables eventos que ocurren en cada instante de la vida y que no están bajo nuestro control, además del azar. Por lo tanto, vivir es una complejidad inmensurable de eventos que nos afectan de la misma manera que afectamos al “mundo” al que pertenecemos, y son eventos que muchos son imposibles de imaginar y para los cuales es difícil estar plenamente preparado.

Es posible que aquellos que hayan tenido la suerte de experimentar la vida de manera más saludable, quizás porque tuvieron una infancia armoniosa en una familia equilibrada donde sus necesidades como niños fueron atendidas adecuadamente, puedan manejar mejor esta situación realista. Pueden sacar provecho de la realidad para construir algo mucho más grande junto con el otro. Por supuesto, esto es solo un ejemplo, pero es un hecho que en este historial de vida presentado, hay más posibilidades de que la persona sepa manejar mejor la realidad. Ahora, también es probable que aquellos que tuvieron una infancia problemática, cuyas necesidades de niños no fueron atendidas, que sufrieron algún tipo de trauma, que vivieron en una familia desestructurada, puedan actuar de manera tóxica frente a la realidad.

Lo que se intenta decir aquí no es considerar una verdad esta comparación, sino demostrar que hoy somos el resultado de nuestras experiencias y gran parte de nuestro comportamiento se debe a la forma en que aprendimos a enfrentar la vida en función del momento presente de la realidad.

Cuando dices que aceptas a alguien como es, ¿realmente lo aceptas o lo toleras? ¿Aceptas o intentas moldearlo? (Desconocido)

De hecho, la mayoría de las personas pueden actuar de manera tóxica, pero no necesariamente “ser” personas tóxicas. “Ser tóxico” y “estar tóxico” son cosas muy diferentes. Estar tóxico no es un desvío de comportamiento y puede representar la inmadurez, así como el miedo del “yo” frente a la realidad presente de la vida. De hecho, normalmente son personas frágiles que necesitan sobreponerse para ocultar sus propias sombras. No es de extrañar que usen múltiples máscaras para protegerse de la realidad, sintiéndose vulnerables. Como estrategia de defensa, prefieren señalar con el dedo, intensificar la atención en los defectos del otro, molestarse por detalles y manías, quejarse de ciertos comportamientos, ver en el otro lo que más les molesta, negarse a ver las cualidades y virtudes del otro, tener siempre un tono de desprecio y amenazante, especialmente cuando se trata de terminar o alejarse de una relación, imponer ideas y opiniones, no aceptar escuchar al otro, pensar que siempre tienen razón y, con esto, día tras día buscan mantener el control en la relación. Tienen dificultades para pedir disculpas y mucho menos para pedir perdón. Muchos viven en una búsqueda continua y casi delirante del amor propio, pero no pueden tener autocompasión. Prefieren la autoayuda en lugar del autoconocimiento. Continuamente demuestran con sus palabras y acciones ser personas fuertes, pero en realidad son inseguras, con baja autoestima, que necesitan vivir bajo la perspectiva del otro para su aprobación.

Las personas que están tóxicas necesitan mucho apoyo, ayuda psicológica y afecto para aprender a lidiar consigo mismas en relación con la realidad de la vida. Traen consigo un conjunto de creencias y valores que los hacen inseguros, precisamente como resultado de la falta

 de atención durante la infancia. Por lo tanto, es importante entender que esto no está necesariamente relacionado con desviaciones de comportamiento, ni hace que sean despreciables o mal intencionados, sin cualidades, virtudes o principios morales, a diferencia de una persona que es tóxica.

Es cierto que quienes viven una relación tóxica tienen pocas posibilidades de identificar el problema que realmente está sucediendo y a veces están tan inmersos en la relación que tienen dificultades para entender todo a su alrededor.

En este complejo tema, hay factores que pueden intensificar las diferencias de realidad y que a menudo condenamos a personas que tienen muchas más cualidades que defectos, y nuestro juicio se basa en la ilusión del perfeccionismo o de una idealización que nunca existirá.

El gran problema hoy, especialmente motivado por este mundo ilusorio de apariencias, likes y el imperativo de la felicidad, es que muchos han llegado a creer que hay recetas listas para los estereotipos de relaciones, de la misma manera en que debe ser una relación saludable y feliz, mágica y perfecta, olvidándose de quiénes son realmente en su interior, esperando del otro mucho más de lo que puede ser; en este sentido, no hay intercambio sino intereses. Sin mencionar que también hay quienes piensan que el otro es la solución a sus problemas, así como aquellos que quieren hacer del otro un espejo de sí mismos. También hay quienes aún no comprenden que lo que ven en el otro es lo que quieren ver y que muchas de las críticas y juicios hechos hablan mucho más de ellos mismos que del otro. Todo esto es combustible para establecer algo perjudicial, no porque esté formado por relaciones tóxicas, sino porque está embotado por la toxicidad entre la realidad de la vida y la falta de autoconciencia.

De todas formas, se ha vuelto más fácil acobardarse ante la vida y creer fielmente que es más fácil tratar al otro como un objeto y ponerlo todo en la misma caja junto con clichés imperativos, porque de esta manera, la responsabilidad por lo que realmente somos y lo que representamos deja de existir. Convertir al otro en un utensilio con utilidad y fecha de caducidad es un camino mucho más fácil para escapar de uno mismo. ¿Y no es eso ser tóxico?

Se vuelve muy difícil para las personas entender que nada externo a nosotros puede perjudicarnos. El resultado de todo lo que sucede dentro de nosotros no está en el entorno ni en las personas, sino más bien en la realidad creada introspectivamente por nosotros mismos. En otras palabras, no es el mundo externo el que actúa sobre nosotros, sino cómo lidiamos internamente con la información que el mundo externo nos está enviando. Cómo nos afecta es nuestro problema y esto está directamente relacionado con nuestra propia historia de vida.

Por eso, no hay una receta lista capaz de calificar a cada persona, ni gurús ni manuales de autoayuda que realmente tengan el poder de ayudarnos a encontrar la respuesta correcta para lidiar con la vida y nuestras relaciones.

“Lo único que debería mover a dos personas a permanecer juntas debería ser la libre voluntad de estar juntas”. (Desconocido)

Cuando se trata de la psique y el comportamiento humano, no se puede simplemente igualar por similitudes. Puede haber similitud y aún así, están lejos de cualquier conformidad. Todos son seres únicos en todo, incluso en la forma de lidiar con el mundo. La realidad creada por nosotros no es la tuya ni la de nadie más en este mundo, y es precisamente en esas diferencias donde encontramos la posibilidad de descubrir nuestro mejor yo. En otras palabras, cada ser humano es único y hay muchas cuestiones psicológicas y de comportamiento que se pueden trabajar y que son parte del desarrollo humano.

El aprendizaje no se da en el glamour de la vida, sino en la ausencia, pérdida, abandono, desilusión, decepción, etc. Los seres humanos necesitan la tristeza, el dolor y el sufrimiento para convertirse en mejores personas, pero sobre todo, necesitamos la autoconciencia y entender que el otro no es nosotros y viceversa. Entonces, antes de asignar la culpa al otro, arrojar piedras, culpar y justificar gran parte de nosotros mismos allá afuera, debemos mirar más sinceramente para ver si realmente estamos viviendo una relación tóxica porque está formada por personas tóxicas o si estamos tóxicos frente a todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, y esto marca toda la diferencia entre una relación tóxica que puede volver a ser saludable o realmente ser el fin para el bienestar de cada uno.

Nadie nace listo y nadie muere listo. Todos son seres perfectibles, pero nunca perfectos, y ese es el milagro de la vida. La certeza de que cada uno puede ser mejor mañana.

También vale la pena recordar que todas las personas son capaces en algún momento de sus vidas de estar tóxicas. No siempre es posible mantener el equilibrio o no caer en las quimeras propias de la vida. Esto es la naturaleza humana. Este “yo real” que todos llevan dentro no es el “yo” del equilibrio y la racionalidad. También dentro de cada uno está el “yo”, como se designa en la teoría psicoanalítica con el Ello, el de los impulsos, instintos, impulsos orgánicos y deseos inconscientes. Funciona según el principio del placer, buscando lo que produce placer y evitando lo que es aversivo. Este “yo real” no hace planes, no espera, busca una solución inmediata a las tensiones, no acepta frustraciones y no conoce la inhibición. No tiene contacto con la realidad. Busca satisfacción en la fantasía y puede tener el mismo efecto que una acción concreta para lograr un objetivo. El Ello desconoce el juicio, la lógica, los valores, la ética o la moral. Es exigente, impulsivo, ciego, irracional, antisocial y egoísta.

En esta era contemporánea donde las emociones y los sentimientos están en la superficie, no siempre es posible controlar este “yo real”. Por lo tanto, una buena evaluación, buscar un buen especialista, hacer cambios asertivos, tomar la iniciativa para hacer las cosas de manera diferente y encontrar nuevas posibilidades, dar un tiempo significativo para la autorreflexión y el autoconocimiento son recomendaciones mínimas y válidas para aquellas relaciones que han llegado a situaciones insostenibles.

Dado que no hay violencia física, abusos morales o físicos, ataques que pongan en peligro la vida o la integridad del otro (el abuso es un crimen y requiere medidas mucho más extremas) – después de todo, estas son las actitudes de personas tóxicas y abusivas – es posible que las cualidades y virtudes justifiquen un intento más de buscar ayuda y tratar de hacer que una relación tóxica vuelva a ser saludable. No se puede creer que sea posible ser feliz buscando la infelicidad ajena. (Séneca)

Espero que entiendas que la intención aquí no es considerar a personas tóxicas, sino a personas que están tóxicas. En este sentido, quizás los puntos mencionados puedan ayudar no solo a identificar si tu relación es tóxica porque está formada por personas tóxicas, sino también a evitar que se vuelva tóxica algún día.

Por todo esto, es necesario ser consciente de que hay una diferencia entre renunciar a alguien y darse cuenta de que mereces algo mejor. Así que, antes de destruir una relación por estos imperativos, vale la pena reflexionar que puede haber caminos mucho más saludables y ennoblecidos que simplemente desechar sueños, deseos y amor. Ya sea insistir o no, esta duda te pertenece. Solo tú sabrás lo que el otro tiene de mejor, digno de tu admiración, respeto e integridad. ¡En caso de duda, busca a un especialista real!

No te dejes engañar por las recetas de los demás, busca en tus propias preguntas encontrar ideas que realmente te pertenezcan y, en caso de duda, busca verdaderos especialistas que conozcan y estudien este tema. Que realmente sepan de qué están hablando. Aquí tienes un consejo: recuerda que no faltan personas mal informadas en el mercado que hablan inapropiadamente sobre relaciones y tratan temas serios como este de manera frívola y oportunista. Ten cuidado de no caer en manos de muchos de ellos que aprovechan tu vulnerabilidad para justificar sus problemas personales, y evita a otros que están listos para engañarte y lucrarse con ello.

Finalmente, dejo una hermosa reflexión que vale la pena leer y recordar para todo lo escrito hasta ahora:

“La vida es el resultado de la decisión de cada momento. Tal vez por eso, la idea de plantar sea tan reveladora sobre el arte de vivir. Vivir es plantar. Es la actitud de siembra constante, de dejar caer en la tierra de nuestra existencia las formas más diversas de semillas. Cada elección, por pequeña que sea, es una forma de semilla que arrojamos sobre el parterre que somos. Un día, todo lo que ahora plantamos en silencio, o dejamos plantar en nosotros, será una plantación que se verá desde lejos… Para cada día, su compromiso. La sabiduría bíblica lo confirma cuando nos dice que ‘bajo el cielo hay un tiempo para todo’. Hoy, en este tiempo que es tuyo, se está plantando el futuro. Las elecciones que buscas, los amigos que cultivas, las lecturas que haces, los valores que abrazas, los amores que amas, todo será determinante para la cosecha futura. La felicidad puede ser eso: la alegría de recoger de la tierra que somos, frutos que sean agradables a los ojos. La infelicidad, tal vez lo contrario. Lo que no podemos perder de vista es que la vida no es real fuera del cultivo. Siempre es tiempo de sembrar semillas… Siempre es tiempo de recoger frutos. Todo al mismo tiempo. Semillas de ayer, frutos de hoy, semillas de hoy, frutos de mañana. Por lo tanto, no pierdas de vista lo que estás eligiendo dejar caer en tu tierra. Cuidado con los sembradores que no te aman. Tienen el poder de arruinar el resultado de muchas cosas. Cuidado con los sembradores que no conoces. Hay mucha malicia oculta en sonrisas seductoras… Cuidado con aquellos que dejan caer cualquier cosa sobre ti, después de todo, mereces mucho más que cualquier cosa. Cuidado con los amores pasajeros… suelen dejar marcas dolorosas que no desaparecen… Cuidado con los invasores de tu cuerpo… por lo general no regresan para ayudar a arreglar el desorden… Cuidado con las miradas de quienes no saben amarte… suelen hacerte olvidar que vales la pena… Cuidado con las palabras mentirosas que esparcen por ahí… suelen arruinar nuestra referencia de la verdad… Cuidado con las voces que insisten en recordarte tus defectos… suelen perjudicar tu visión de ti mismo. No tengas miedo de mirarte en el espejo. Es en esa cara traviesa que tienes, que Dios decidió expresar una vez más, el amor que tiene por el mundo. No te desanimes por ti, incluso si la cosecha de hoy no es muy feliz. No pongas un punto final en tus esperanzas. Aún hay mucho por hacer, aún hay mucho por plantar y mucho por amar en esta vida. En lugar de quedarte quieto en lo que hiciste mal, mira hacia adelante y ve lo que aún se puede hacer… La vida aún no ha terminado. Y como dijo el poeta ‘los sueños no envejecen’. Adelante. Sonrisa en el rostro y firmeza en las decisiones…” (Padre Fábio de Melo)

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¡Hola, soy Marcello de Souza! Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente de una gran empresa en el mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en importantes proyectos de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí adentrarme en el universo de la mente humana. Desde entonces, me he convertido en un profesional apasionado por descubrir los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Humano Organizacional. Con una amplia carrera, destaco mis roles como:

• Master Senior Coach & Trainer: Guío a mis clientes en la búsqueda de objetivos y desarrollo personal y profesional, brindando resultados extraordinarios. • Chief Happiness Officer (CHO): Promuevo una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y la participación de los empleados. • Experto en Lenguaje y Desarrollo Conductual: Potencio habilidades de comunicación y autoconocimiento, capacitando a las personas para enfrentar desafíos con resiliencia. • Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizo terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada. • Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Comparto conocimientos e ideas valiosas en eventos, capacitaciones y publicaciones para inspirar cambios positivos. • Consultor y Mentor: Mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos me permite identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro posgrados y un doctorado en Psicología Social, así como certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el campo son ampliamente reconocidas en cientos de clases, entrenamientos, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No Es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 09/2023).

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