MIS REFLEXIONES Y ARTÍCULOS EN ESPAÑOL

ERES LO QUE HACES, NO LO QUE DICES QUE HARÁS. PARTE 2

“Frente al eterno retorno, me pregunto: ¿es esta vida que vivimos digna de ser repetida infinitamente? Que nuestras elecciones sean afirmativas, que nuestras acciones sean expresiones de nuestra voluntad de poder.” (Friedrich Nietzsche)

Con gratitud y entusiasmo, continúo este viaje de reflexión y autodescubrimiento, iniciado en la Parte 1 de esta inmersión profunda en la esencia de la existencia humana. Agradezco sinceramente por dedicar tu tiempo y mente a explorar las ideas e ideas compartidas anteriormente.

La segunda parte está dividida en “La Relación Entre los Valores Humanos y lo que Hace una Vida Exitosa”, “Angustia y la Búsqueda Constante de Significado en la Vida”, y “Neurociencia de la Toma de Decisiones”. Así, mi propuesta es llevarte aún más profundo en la intersección entre los valores humanos, la búsqueda de una vida exitosa y la complejidad del ser. En este capítulo, profundizaremos en las profundidades del alma humana, explorando las raíces de nuestros valores más profundos y cuestionando el significado último de una vida plena y realizada.

Aquí, examinaremos cómo los valores individuales se entrelazan con nuestras percepciones de éxito y significado, y cómo estos aspectos fundamentales de la existencia humana han sido moldeados a lo largo del tiempo por influencias variadas y a menudo contradictorias.

Te invito a acompañarme en este viaje de autoconocimiento y reflexión, donde buscaremos comprender más plenamente la naturaleza de los valores humanos y su relación intrínseca con una vida auténtica y significativa. Que nuestras reflexiones nos guíen hacia la sabiduría y el crecimiento personal, mientras exploramos las complejidades y maravillas de la existencia humana.

LA RELACIÓN ENTRE LOS VALORES HUMANOS Y LO QUE HACE UNA VIDA EXITOSA

El análisis sobre cómo los valores individuales se volvieron subjetivos a lo largo de los siglos nos lleva a una profunda reflexión sobre la evolución de la condición humana y las transformaciones socioculturales que han moldeado nuestras percepciones y entendimientos sobre lo que es moral, ético y significativo en la vida. Desde tiempos antiguos hasta el día de hoy, presenciamos una trayectoria compleja y multifacética, en la que los valores individuales han sido constantemente influenciados por una variedad de factores, incluyendo contextos históricos, culturales, religiosos, filosóficos y políticos.

A lo largo de la historia, observamos una diversidad de sistemas de creencias y valores que han surgido y desaparecido, reflejando las diferentes visiones del mundo y formas de vida de las sociedades humanas en diferentes épocas y lugares. Desde las civilizaciones antiguas hasta las sociedades contemporáneas, presenciamos una multiplicidad de tradiciones éticas, religiosas y filosóficas que han moldeado e influenciado las percepciones y comportamientos individuales y colectivos.

Sin embargo, a medida que las sociedades humanas progresaron y se volvieron más complejas, también presenciamos un proceso gradual de secularización y pluralización de valores, en el que la autoridad de las instituciones religiosas y tradicionales fue cada vez más cuestionada y desafiada. Este proceso fue acompañado por un creciente reconocimiento de la diversidad de experiencias y perspectivas humanas, llevando a una mayor valoración de la autonomía individual y la libertad de elección.

En este contexto, los valores individuales se volvieron cada vez más subjetivos, reflejando las experiencias, perspectivas y aspiraciones únicas de cada persona. A medida que los límites entre lo público y lo privado se volvieron más fluidos, cada individuo se enfrentó a la responsabilidad de definir sus propios valores y guiar su vida de acuerdo con sus principios y convicciones personales.

Esta autonomía moral y ética es tanto un privilegio como un desafío, requiriendo que cada individuo participe en un proceso continuo de autoconocimiento, reflexión y toma de decisiones éticas. Al definir sus propios valores, cada persona está llamada a considerar no solo sus propios intereses y deseos, sino también el impacto de sus elecciones y acciones sobre los demás y sobre el mundo que los rodea.

Por lo tanto, la importancia de que cada individuo defina sus propios valores radica no solo en la búsqueda de autenticidad e integridad personal, sino también en la promoción de una sociedad más justa, compasiva y solidaria. Al reconocer y respetar la diversidad de valores y perspectivas humanas, podemos cultivar un ambiente de diálogo, tolerancia y comprensión mutua, en el que cada persona es libre de buscar su propia visión de una vida significativa y exitosa.

Cuando viene a la mente la propuesta de Luc Ferry sobre lo que constituye una vida exitosa, me lleva a explorar las complejidades de la psicología de los valores y las elecciones, adentrándome en las profundidades de la condición humana para entender cómo nuestras elecciones dan forma no solo a nuestras vidas, sino también a nuestra identidad y significado personal. La relación entre los valores personales y las acciones elegidas a lo largo de la vida es un tema que resuena profundamente en mí, ya que reconozco la vital importancia de esta interacción en la formación de quiénes somos y en la dirección de nuestros viajes individuales.

A lo largo de mi propia vida y carrera, he sido testigo en primera persona de cómo nuestras elecciones están intrínsecamente vinculadas a nuestros valores más profundos. Cada decisión que tomamos, por pequeña que sea, refleja nuestras creencias, prioridades y aspiraciones más íntimas. Desde elecciones aparentemente triviales en la vida cotidiana hasta decisiones cruciales que moldean nuestro futuro, nuestras acciones son manifestaciones tangibles de nuestros valores internos.

Esta relación entre valores y elecciones es dinámica y evolutiva, moldeando nuestra identidad con el tiempo. A medida que tomamos decisiones y experimentamos la vida, refinamos y redefinimos nuestros valores, adaptándolos a las circunstancias y aprendizajes que encontramos en nuestro camino. Cada elección que hacemos es una oportunidad para reafirmar y fortalecer nuestros valores, o para desafiarlos y expandirlos a nuevos horizontes.

Así que te pregunto, ¿alguna vez has pensado en qué valores te representan realmente? Tal vez sea posible que, si te preguntara ahora acerca de los valores humanos, o mejor aún, cuáles son tus valores, podrías tener dificultades para identificarlos o explicarlos clara y objetivamente. ¿Quién sabe? Tal vez respondas algo relacionado con los principios fundamentales y las creencias que guían el comportamiento y las decisiones de las personas. Diciendo que reflejan las cualidades que consideramos importantes y deseables en la vida, como la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la empatía, entre otros. Que estos valores influyen en nuestras elecciones, relaciones e interacciones con el mundo que nos rodea, dando forma a nuestra ética, moral e identidad personal. O tal vez simplemente resumir esto y decir que los valores humanos son esenciales para construir una sociedad justa, armoniosa y compasiva. Pero, ¿por qué nos resulta difícil contextualizar nuestros propios valores?

El problema radica en la dificultad de mirarse a uno mismo. Reflexionando sobre la complejidad de los valores humanos, me doy cuenta de que a menudo es difícil expresar claramente nuestros propios principios y creencias. Aunque intuitivamente sabemos qué es importante para nosotros, expresar estos valores puede ser complicado. Esto se debe a que nuestros valores están profundamente arraigados en nuestra esencia. Son moldeados por una variedad de influencias y experiencias a lo largo de la vida, que a menudo nos ponen en disonancia cognitiva para enfrentar los momentos presentes. No es de extrañar que los valores estén intrínsecamente relacionados con nuestras elecciones. Lo que quizás ahora te dé más claridad en lo que describí al principio del artículo (Parte 1) como Jung destaca: “Eres lo que haces, no lo que dices que harás”.

Los valores son mucho más que palabras e intenciones; tienen que ver con nuestro comportamiento. Están en cada acción y actitud en la vida cotidiana. Están en nuestros afectos, en nuestros gestos, en nuestras palabras. Están en los sueños, deseos y voluntades. Tiene que ver con nuestro propio “YO”.

Por ejemplo, imagina una situación en la que una persona se enfrenta a la oportunidad de hacer trampa en un examen para obtener una mejor nota, que necesita alcanzar de cualquier manera para continuar con su beca. Si sus valores incluyen la honestidad y la integridad, es más probable que rechace esta opción, optando por estudiar con empeño y obtener una nota justa. Por otro lado, si los valores de esta persona están más alineados con el éxito a cualquier costo, puede sentir la tentación de hacer trampa para alcanzar sus objetivos. Esta simple ilustración demuestra cómo nuestros valores moldean nuestras elecciones y comportamientos en la vida cotidiana.

En todo lo que implica elecciones en la vida, hay valor. Por eso dedicar un segundo de la vida, pronto podrás observar cómo nuestros valores pueden ser influenciados por diferentes aspectos, desde nuestras experiencias personales hasta los sistemas familiares y sociales. Esta complejidad hace que identificar y comprender nuestros propios principios sea un proceso continuo y desafiante. Por eso insisto en decir que esta complejidad hace que el proceso de identificar y comprender nuestra presencia mientras haya vida sea un desafío constante, pero también una oportunidad para el crecimiento personal y la reflexión sobre lo que realmente valoramos en la vida.

A pesar de las dificultades, es crucial reflexionar sobre nuestros valores. No se puede hablar de una vida exitosa sin reflexionar sobre nuestros valores. Esta reflexión es el camino permitido para tomar decisiones más alineadas con nuestras aspiraciones más profundas, construyendo una vida auténtica y significativa. Por lo tanto, aunque sea un desafío, dedicar tiempo a explorar y comprender nuestros valores es fundamental para nuestro desarrollo personal y para vivir una vida verdaderamente realizada.

El hecho es que los valores humanos son principios fundamentales que no solo guían el comportamiento y las elecciones de las personas, sino que también dicen mucho sobre ellas. Reflejan lo que consideramos importante, digno de aprecio y merecedor de esfuerzo en nuestras vidas. Son como brújulas internas que nos guían en la toma de decisiones y en la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea.

De hecho, es esencial entender que los valores humanos no son estáticos ni universales; están vivos, resignificándose con la vida. Así como también siempre son subjetivos, ya que, al estar fundamentados en nuestra construcción cognitiva como seres, varían de persona a persona y son influenciados por una variedad de factores, como la cultura, la educación, las experiencias de vida y el contexto social. Lo que es valorado por una persona puede no ser tan importante para otra, y eso es perfectamente natural; de hecho, tiene que ser así para que podamos evolucionar como seres pensantes. En otras palabras, solo hay pensamiento en la diversidad.

Los valores abarcan todas las áreas de la vida, desde valores éticos, como la honestidad y la integridad, hasta valores personales, como la libertad, la felicidad y la autenticidad, así como también están presentes en nuestros gustos, deseos, ambiciones, pasatiempos; en resumen, es una parte coherente de quiénes somos, qué somos y qué podemos ser. Por lo tanto, no debemos olvidar incluir valores sociales, como la justicia, la solidaridad, la gratitud, la generosidad y el respeto por las diferencias.

Los valores humanos tienen tanto una dimensión práctica como una dimensión aspiracional. La dimensión práctica se manifiesta en nuestras acciones diarias, elecciones y comportamientos, mientras que la dimensión aspiracional se refiere al ideal de quiénes queremos ser y cómo nos gustaría vivir nuestros valores de manera más profunda.

En este sentido, es crucial entender que el origen y el sostén de estos valores están intrínsecamente vinculados a nuestra interacción con otros seres humanos. De hecho, la presencia y la convivencia con otros individuos son fundamentales para la formación y el desarrollo de los valores que nos definen.

En esencia, los valores humanos moldean nuestra identidad, influyen en nuestras relaciones interpersonales y nos guían en la búsqueda de significado y propósito en nuestras vidas. Al comprender y vivir de acuerdo con nuestros valores más auténticos, podemos cultivar una existencia más satisfactoria alineada con nuestras verdaderas aspiraciones. Reconocer la diversidad y la singularidad de cada individuo y conectarnos con otros son aspectos esenciales de este proceso. Después de todo, es en la interacción con los demás donde encontramos mucho de nosotros mismos, además de la posibilidad de reflexión, aprendizaje y crecimiento, elementos indispensables para una vida plena y significativa.

Es importante reconocer que nuestras elecciones no son solo reflejos pasivos de nuestros valores, sino también agentes activos en la formación de nuestra identidad y sentido del yo. Al elegir actuar de acuerdo con nuestros valores, reafirmamos nuestra autenticidad e integridad personal, fortaleciendo así nuestra conexión con nuestros valores más profundos y nuestra comprensión de quiénes somos.

Por otro lado, cuando tomamos decisiones que están en conflicto con nuestros valores, experimentamos un desequilibrio interno y una sensación de desconexión de nosotros mismos. Estos momentos de disonancia nos invitan a una reflexión profunda sobre nuestros valores y prioridades, y nos desafían a alinear nuestras elecciones con nuestros valores auténticos para vivir una vida verdaderamente significativa y coherente.

Si la idea es entonces buscar entender lo que realmente es una vida exitosa, debe quedar claro que al abordar la psicología de los valores y las elecciones, se debe recordar la importancia fundamental de cultivar una conciencia plena de nuestros valores más profundos y de tomar decisiones que estén alineadas con estos valores. Solo al honrar nuestra autenticidad e integridad personal podemos encontrar verdadero significado y realización en nuestras vidas, construyendo así una identidad que refleje quiénes somos en nuestro núcleo más profundo.

ANGUSTIA Y LA BÚSQUEDA CONSTANTE DE SIGNIFICADO EN LA VIDA

Ya he hablado un poco sobre la relación de la angustia con nuestras elecciones, y no fue por casualidad. La discusión sobre la angustia asociada con la toma de decisiones y la búsqueda constante de significado en la vida nos lleva a un territorio profundamente humano y existencial, donde las complejidades de la condición humana se entrelazan con las vicisitudes de nuestra propia existencia.

¡Elecciones! Una actividad intrínsecamente humana, una habilidad que nos distingue como seres conscientes y autónomos. Esto me recuerda a una vez, al principio de mi viaje en el mundo del Desarrollo Cognitivo Conductual, cuando escuché de un profesor la afirmación de que por más perfecta que sea la tela de una araña, nunca podrá acercarse a las que los humanos somos capaces de tejer. Esto fue intrigante y al mismo tiempo perturbador, confieso que me llevó algún tiempo entender esta metáfora. Y tenía razón, simplemente porque la araña solo sabe hacer ese tipo de tela, mientras que el hombre no solo es capaz de aprender a hacer lo mismo, sino también de crear varias otras formas de tejer.

Jean-Jacques Rousseau decía: “El animal siempre sigue el mismo camino, porque sus instintos siempre son los mismos; el hombre, que a menudo anticipa sus necesidades, cambia frecuentemente de conducta para obtener el mismo fin. El gato, dejado libre, siempre seguirá el mismo camino como una paloma. Solo el hombre varía su modo de acción. Él no puede ser un perro, un león, un gato o cualquier otro animal; solo puede ser hombre.” Rousseau ofrece una visión fascinante de la naturaleza humana al resaltar la capacidad del hombre de variar sus acciones, a diferencia de los animales, que siguen instintivamente un patrón predefinido. Para Rousseau, el límite del hombre está en su naturaleza. Argumenta que solo el hombre es capaz de moldear su comportamiento de manera flexible y adaptativa, reflejando una característica fundamental de nuestra especie: la capacidad de elección.

Sin embargo, esta capacidad de elección ya no se limita solo a las decisiones tradicionales del día a día. Hoy, vivimos en una era en la que la tecnología nos ofrece posibilidades que desafían los límites tradicionales de la propia naturaleza humana. A través de la manipulación genética, somos capaces de modificar nuestro propio ADN, asumiendo un papel casi divino en la creación y modificación de la vida. Podemos cambiar nuestra estética, trasplantar órganos, incluso presenciar el nacimiento de una neurona. Además, la inteligencia artificial nos permite crear máquinas que pueden pensar y actuar de maneras que antes eran exclusivas de la mente humana.

Esta reflexión nos lleva de vuelta a la angustia y la búsqueda constante de significado en la vida. A medida que nos volvemos cada vez más capaces de moldear nuestro destino y el mundo que nos rodea, nos enfrentamos al peso de las elecciones que hacemos y las consecuencias imprevisibles que pueden derivarse de ellas. La angustia surge de la conciencia del poder y la responsabilidad que llevamos como seres humanos capaces de moldear nuestro propio destino.

La angustia ante la toma de decisiones se amplifica por la incertidumbre inherente al futuro. Lo desconocido nos intimida, y el miedo al arrepentimiento nos atormenta. Esta angustia es alimentada por la conciencia de que nuestras elecciones tienen el poder de alterar irrevocablemente el curso de nuestras vidas, y que somos responsables de esas elecciones.

La búsqueda de significado en la vida surge como respuesta a esta angustia existencial. Frente a la incertidumbre y la transitoriedad de la vida, buscamos desesperadamente encontrar un propósito mayor que dé sentido a nuestras experiencias y oriente nuestras elecciones. Esta búsqueda de significado nos impulsa a explorar preguntas profundas sobre quiénes somos, por qué estamos aquí y cuál es el propósito de nuestra existencia.

Sin embargo, esta búsqueda de significado puede ser un viaje difícil y tortuoso, marcado por dudas, conflictos y luchas internas. A menudo nos encontramos enfrentando preguntas sin respuestas definitivas, y la ambigüedad de la condición humana puede dejarnos perdidos y desorientados. La angustia existencial que surge de esta búsqueda puede llevarnos a cuestionar nuestras creencias y valores más profundos, y a enfrentarnos al vacío y la desesperanza que a veces parecen inevitables. Sí, es verdad. Pero también es la angustia la que nos brinda la oportunidad única de dudar. De aprender a hacer más preguntas que encontrar respuestas. De permitirnos la capacidad única de pensar.

Una de las mayores virtudes del ser humano reside en su capacidad de cuestionar. Buscar las preguntas en lugar de las respuestas. No es casualidad que sean precisamente estos momentos de angustia e incertidumbre los que nos brinden oportunidades únicas para crecer y transformarnos. Al enfrentar nuestros miedos y enfrentar nuestras dudas más profundas, podemos descubrir una fuente de fuerza y ​​resiliencia que no sabíamos que teníamos. La búsqueda de significado en la vida no es un viaje fácil, pero es un viaje que vale la pena emprender, porque es en esta búsqueda donde encontramos el verdadero significado de nuestra existencia y el sentido último de nuestras vidas.

NEUROCIENCIA DE LA TOMA DE DECISIONES

“En el viaje de la existencia, estamos llamados a enfrentar nuestra propia finitud y abrazar la singularidad de cada momento, pues es en la relación con el tiempo y el mundo donde encontramos la esencia de la vida auténtica.” (Martin Heidegger)

Sé que tal vez después de adentrarnos tanto psíquica y filosóficamente en el tema, hablar de neurociencia pueda parecer un tanto audaz o incluso fuera de contexto. Pero ahí es donde veo las cosas de manera diferente. Hoy en día, entiendo que todas las ciencias que se centran en el comportamiento humano deben ir de la mano, lo que hace posible dejar claro que, aunque hablar de lo que es una vida exitosa es algo mucho más filosófico y psíquico, sin la neurociencia no es posible demostrar categóricamente que de hecho, el cuerpo y la mente van de la mano, donde uno depende del otro y que, en última instancia, la complejidad humana está intrínsecamente interconectada. Después de todo, hoy en día hay suficiente conocimiento y recursos para probar que somos mucho más de lo que jamás podríamos haber pensado ser algún día.

El enfoque integrativo entre la neurociencia y las ciencias humanas ofrece una visión más completa y holística de la naturaleza humana y la búsqueda de una vida exitosa. Al combinar las percepciones de la neurociencia sobre los procesos biológicos del cerebro con las reflexiones psíquicas y filosóficas sobre los aspectos más abstractos de la existencia humana, podemos obtener una comprensión más profunda y multifacética de quiénes somos y qué nos motiva.

Es fundamental enfatizar la importancia del enfoque interdisciplinario, ya que nos permite explorar la complejidad de la existencia humana de manera más amplia e integrada. Al unir los conocimientos de la neurociencia, la filosofía y la psicología, podemos ver la vida desde diversas perspectivas, lo que nos permite tener una comprensión más holística y multifacética.

La neurociencia proporciona valiosas ideas sobre los procesos biológicos del cerebro, lo que nos permite comprender las bases neuronales de nuestros pensamientos, emociones y comportamientos. Por otro lado, la filosofía nos invita a reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la existencia, como el propósito de la vida, la naturaleza de la verdad y la búsqueda de la felicidad. La psicología nos ayuda a comprender los patrones de comportamiento y las dinámicas mentales que influyen en nuestras elecciones y acciones.

Al integrar estas diferentes disciplinas, somos capaces de obtener una visión más completa y profunda de la vida humana. Podemos entender no solo los aspectos biológicos y psicológicos, sino también las cuestiones existenciales y éticas que dan forma a nuestra experiencia. Este enfoque interdisciplinario nos permite explorar las complejidades de la condición humana de manera más integrada, enriqueciendo nuestra comprensión y ofreciendo valiosas ideas para la búsqueda de una vida exitosa.

Al reconocer la interconexión entre la neurociencia y las ciencias humanas, podemos adoptar un enfoque integrativo que reconozca la complejidad y la interdependencia de las diferentes dimensiones del ser humano – física, mental, emocional, sentimental y espiritual. Este enfoque nos permite explorar las cuestiones de la vida humana de manera más amplia y holística, reconociendo que nuestra comprensión de lo que significa vivir una vida exitosa se enriquece con la combinación de ideas científicas y reflexiones filosóficas.

En este sentido, sin entrar en términos técnicos o en las profundidades teóricas de la neurociencia, vale la pena comprender que, al explorar la neurociencia de la toma de decisiones, nos adentramos en un territorio fascinante donde la mente se encuentra con el cerebro y la complejidad del comportamiento humano se encuentra con los intrincados circuitos neurales que sustentan nuestra cognición y emoción. El proceso de toma de decisiones es una intersección fascinante entre las áreas del cerebro responsables del pensamiento racional y aquellas responsables del procesamiento emocional, constituyendo nuestras emociones y dándole sentido a las experiencias de una manera tan única y subjetiva.

La influencia de los factores neurobiológicos en la toma de decisiones es profunda y multifacética. Los estudios neurocientíficos han revelado que diferentes regiones del cerebro desempeñan roles específicos en la evaluación de la información, el peso de las opciones y la toma de decisiones. Por ejemplo, el córtex prefrontal medial está frecuentemente asociado con funciones ejecutivas y toma de decisiones, mientras que el sistema límbico, incluyendo estructuras como el hipocampo y la amígdala, desempeña un papel crucial en la regulación de las emociones y la evaluación de recompensas y castigos.

Además, la interacción entre la razón y la emoción juega un papel fundamental en el proceso de toma de decisiones. Tradicionalmente, se creía que las emociones eran obstáculos irracionales para una toma de decisiones efectiva, pero investigaciones recientes han revelado que las emociones desempeñan un papel crucial en la evaluación de opciones y la toma de decisiones. La razón y la emoción están intrínsecamente interconectadas en el cerebro, y es esta interacción dinámica la que nos permite tomar decisiones adaptativas e informadas.

Así como áreas responsables de nuestra determinación como el SARA, Sistema Activador Reticular Ascendente, que junto con áreas como la corteza prefrontal, desempeña un papel fundamental en la regulación del estado de alerta y la atención selectiva, mientras que la corteza prefrontal está involucrada en funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones y el control cognitivo. La interacción entre estas áreas del cerebro es esencial para la formulación de nuestros objetivos y propósitos, así como para la toma de decisiones que estén alineadas con estos objetivos y valores personales.

Estudios neurocientíficos han demostrado que las emociones influyen en la forma en que evaluamos la información y atribuimos valor a diferentes opciones. Por ejemplo, emociones como el miedo pueden aumentar nuestra aversión al riesgo, mientras que emociones positivas pueden hacernos más propensos a buscar recompensas. Además, la capacidad de la corteza prefrontal para modular y regular respuestas emocionales juega un papel crucial en la toma de decisiones efectiva, permitiéndonos sopesar las consecuencias de nuestras acciones y elegir la mejor opción basada en nuestros objetivos y valores personales.

Lo que importa aquí es entender que la afirmación ‘¡Eres lo que haces, no lo que dices que harás!’ tiene mucho que ver con nuestras decisiones. En este sentido, es esencial reconocer la compleja interconexión entre la razón, la emoción y los sentimientos como una cuestión cognitiva. Lejos de ser fuerzas opuestas, la razón, la emoción y los sentimientos trabajan juntos, en un proceso neuroquímico que involucra todo el cuerpo, para ayudarnos a navegar por el mundo complejo e impredecible que nos rodea. Al comprender esta interacción dinámica, podemos desarrollar una comprensión más profunda de los mecanismos que impulsan nuestras elecciones y una apreciación más rica de la riqueza y complejidad de la mente humana.

Sí, es cierto que casi todas nuestras decisiones ocurren a nivel inconsciente, pero eso no significa que seamos esclavos de nuestro propio proceso mental. En cada momento de la vida, podemos tomar las riendas del mundo que estamos creando para nosotros mismos, poniendo de manifiesto la conciencia de lo que estamos haciendo con nosotros mismos. Estar en el estado presente es estar consciente, después de todo, solo hay conciencia en el ahora. En otras palabras, pretendo destacar que hacer de este momento ahora un ejercicio de autorreflexión, permitiéndose reconocer sus propios sentimientos, es una oportunidad también para observarse a sí mismo y darse cuenta si este es realmente el momento que desea experimentar. A partir de reflexiones como estas, la realidad sobre nuestras decisiones sale a la luz. Solo entonces puedes dialogar contigo mismo y decirle a tu mente lo que quieres hacer a continuación. Después de todo, si el objetivo es una vida exitosa, el momento del ahora es donde puedes cuestionarte si estás en el camino correcto para lograrlo.

¡De acuerdo, entiendo! Pero, ¿qué tiene que ver esto con esta última parte de este artículo que habla sobre neurociencia? ¡Mi respuesta es todo!

Después de tantos años trabajando con el desarrollo del comportamiento humano y atendiendo a miles de personas tan diversas a lo largo de este camino, para mí está más que claro que entender que podemos estar a cargo porque nuestra mente no solo lo permite sino que también siente placer cuando tomamos las riendas de la vida, hace toda la diferencia.

Déjame mostrarte de otra manera. Nuestra mente tiene un recurso disponible y que se usa durante toda nuestra vida, pero nunca prestamos atención, llamado plasticidad cerebral. Este es un fenómeno fascinante que revela la capacidad del cerebro humano no solo para adaptarse y reorganizarse en respuesta a las experiencias a lo largo de la vida, sino también para permitir cambios en nuestra trayectoria de vida siempre que le digas lo que realmente quieres, aclares cuáles son tus objetivos y propósitos en la vida. ¡Esta capacidad dinámica no solo nos permite aprender nuevas habilidades y adquirir conocimientos, sino que también juega un papel fundamental en la formación de nuestras preferencias, valores y comportamientos con el tiempo!

Un aspecto intrigante de la naturaleza humana es la plasticidad cerebral, que juega un papel fundamental en la formación de nuestras preferencias, valores y comportamientos a lo largo de la vida. La capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse en respuesta a las experiencias ofrece oportunidades constantes de crecimiento y transformación personal. A lo largo de los años, la investigación ha revelado que las nuevas experiencias tienen el poder de remodelar activamente las conexiones neuronales y alterar la actividad cerebral, influyendo así en nuestra percepción del mundo y nuestras interacciones con él. Esta capacidad dinámica no solo nos permite aprender nuevas habilidades y adquirir conocimientos, sino que también nos ofrece la oportunidad de convertirnos en quienes queremos ser. Al explorar la plasticidad cerebral, se nos recuerda el increíble potencial de crecimiento y evolución que cada uno de nosotros posee. Cada experiencia, cada desafío y cada momento de autodescubrimiento da forma activamente a nuestra mente y nuestro comportamiento, permitiéndonos ajustar nuestra trayectoria de vida mientras buscamos una existencia auténtica y significativa.

Al comprender cómo la plasticidad cerebral influye en nuestras preferencias y valores, nos lleva a una comprensión más profunda de cómo las experiencias que vivimos moldean activamente la estructura y función del cerebro. Estudios han demostrado que nuevas experiencias tienen el poder de remodelar las conexiones neuronales y alterar la actividad de diferentes áreas del cerebro, influyendo así en nuestras percepciones, emociones, sentimientos y comportamientos.

Por ejemplo, cuando estamos expuestos repetidamente a ciertos estímulos o experiencias, esto puede llevar a cambios duraderos en la organización y actividad del cerebro. Estos cambios pueden ocurrir a nivel celular, con el fortalecimiento o debilitamiento de conexiones sinápticas, o a nivel macroscópico, con la reorganización de redes neuronales enteras. Pero, voy más allá, por ejemplo, imaginemos que acabas de descubrir tu propósito de vida, dándote cuenta claramente de tus objetivos y valores fundamentales. Este momento de claridad y autenticidad no solo inspira un cambio interno profundo, sino que también desencadena un proceso continuo de placer y adaptación cerebral, moldeando activamente tu mente y comportamiento para alinearse con esta nueva perspectiva. Este viaje de autodescubrimiento y realización ilustra vívidamente el poder transformador de la mente humana y su capacidad de dar forma activamente a nuestra propia realidad.

Esta plasticidad cerebral permite que nuestras preferencias y valores se moldeen con el tiempo de diversas maneras. Por ejemplo, la exposición a diferentes culturas, ideas y valores puede llevar a cambios en cómo percibimos el mundo y nos relacionamos con los demás. De manera similar, las experiencias positivas o negativas pueden influir en nuestras preferencias y comportamientos, moldeando así nuestros valores y prioridades.

Además, la plasticidad cerebral también desempeña un papel crucial en la adaptación a nuevos contextos y desafíos. A medida que enfrentamos nuevas situaciones y aprendemos de ellas, nuestro cerebro se ajusta y reorganiza para adaptarse mejor a las demandas del entorno. Esto puede llevar a cambios significativos en nuestras preferencias y valores a medida que nos volvemos más conscientes de nuestras necesidades y aspiraciones en constante evolución.

Espero que para este punto haya quedado claro que para responder qué constituye verdaderamente una vida exitosa, se requiere inmersión, un proceso introspectivo intenso y continuo que busca la conciencia de la realidad que estás creando para ti mismo y a partir de ahí preguntarte si esto es lo que quieres para ti ahora, en un minuto, un mes, un año y una vida. Aquí, vale la pena recordar un pasaje brillante de la obra ‘Así habló Zaratustra’:

“Quiero aprender a caminar sobre el agua, como tú: el camino de tu eternidad, oh gran hermano. Así habló Zaratustra. Y se rió de nuevo, y saltó fuera de su camino; pero en ese mismo momento le pareció que el suelo temblaba y se sacudía, y que el gran hermano le estaba hablando así: ‘¡Zaratustra, no te atrevas a desviarte del camino!’ – y de hecho, una segunda vez se escuchó la voz, y un temblor más fuerte, más alto y más aterrador; entonces se detuvo y dijo temblorosamente a su corazón: ‘¡Zaratustra, ¿es realmente esta la vida que pretendes repetir eternamente?” (Friedrich Nietzsche)

A medida que nos adentramos en el viaje de la existencia y exploramos las intrincaciones de la autenticidad y la elección consciente, nos enfrentamos a una pregunta fundamental planteada por Nietzsche: ‘¿Es realmente esta la vida que pretendes repetir eternamente?’ Esta pregunta resuena como un eco en nuestro núcleo, instándonos a reflexionar sobre la verdadera esencia de nuestras decisiones y elecciones de vida. Al relacionar esta poderosa pregunta con el tema de la búsqueda de autenticidad, nos instan a examinar si realmente estamos viviendo de acuerdo con nuestros valores y aspiraciones más profundas. Después de todo, la autenticidad no radica solo en ser fieles a nosotros mismos en el presente, sino también en tomar decisiones que resuenen con nuestra esencia más auténtica a lo largo del tiempo.

Al abrazar esta reflexión filosófica, nos alentamos a adoptar un enfoque más consciente y deliberado en nuestras vidas, buscando alinear nuestras acciones con nuestros ideales más elevados y, así, dar forma al curso de nuestra existencia de acuerdo con nuestras verdaderas aspiraciones.

Permítanse que las experiencias dialoguen con ustedes, moldeando nuevas preferencias y valores con el tiempo; después de todo, se nos recuerda la increíble capacidad de adaptación y transformación del cerebro humano. Esta capacidad dinámica no solo nos permite ajustarnos a los cambios del entorno, sino que también nos ofrece la oportunidad de crecer, evolucionar y convertirnos en quienes queremos ser a lo largo de nuestras vidas. Como nos recuerda Kierkegaard: ‘En medio de la vastedad de la existencia, la angustia nos despierta a la urgencia de elegir auténticamente, de forjar nuestro propio camino en la búsqueda de significado’. En otras palabras, más allá del entendimiento interdisciplinario de la naturaleza humana, es crucial destacar el papel central de la autenticidad y la elección consciente en la búsqueda de una vida significativa. Como enfatizó Kierkegaard, la autenticidad es esencial para forjar nuestro propio camino en la búsqueda de significado. En este sentido, es fundamental estar presente en el momento presente, cuestionando constantemente si la vida que estamos viviendo es verdaderamente la que deseamos. Al tomar conciencia del poder de la elección consciente, podemos tomar el control de nuestra propia narrativa y dar forma activamente a nuestro destino. Esta reflexión continua nos permite alinear nuestras acciones con nuestros valores más profundos, creando así una vida auténtica y significativa.

A medida que llegamos al final de este viaje de reflexión sobre la intersección entre la neurociencia, la filosofía y la autenticidad, los invito, estimados lectores, a sumergirse aún más en el viaje del autoconocimiento y la autorreflexión. No se conformen con simplemente leer estas palabras, sino que atrévanse a explorar las profundidades de su propia existencia. Pregúntense: ¿es la vida que están viviendo verdaderamente la que desean repetir eternamente? En medio de las demandas diarias y los constantes desafíos, tómense un momento para conectarse consigo mismos, para escuchar la voz interior que clama por autenticidad y significado. Permítanse ser guiados por las reflexiones presentadas en este texto, pero también tengan el coraje de forjar su propio camino hacia el cumplimiento personal. Porque, como nos recuerda Nietzsche, la verdadera sabiduría radica en el coraje de cuestionar y en la determinación de buscar incesantemente la verdad. Que este sea su viaje, un viaje de descubrimiento, crecimiento y transformación. En última instancia, la vida que viven es la única que tienen. Háganla una vida que valga la pena repetir eternamente.

Por último,

En un mundo lleno de distracciones y presiones externas, es fácil perder de vista lo que realmente importa y sucumbir a los estándares impuestos por la sociedad. ¡Responder para uno mismo ‘lo que realmente constituye una vida exitosa no es fácil’! Sumergirse en las profundidades de su propia alma y reconectarse con sus valores más auténticos, abriendo las puertas a una vida de significado y propósito es ciertamente un desafío para cualquiera. De ahí el título de este artículo ‘¡Eres lo que haces, no lo que dices que harás!’ Tal vez como una verdadera provocación para buscar lo mejor en ustedes. Despertar ese ‘yo’ suyo que a menudo encerramos en nuestra mente, ya sea por miedo a darse cuenta de que vivimos ‘una vida que NO es una vida exitosa’, o por temor a nuestra propia realidad creada y saber que todo este viaje es únicamente responsabilidad nuestra, de nosotros mismos.

Por lo tanto, espero que al explorar la intersección entre psicología, neurociencia y filosofía en la comprensión de valores, elecciones y toma de decisiones, sea evidente que la base fundamental para una vida significativa y auténtica radica en la conexión íntima con nuestros propios valores. En este complejo entramado que compone la esencia de los seres humanos, emerge la importancia crucial de resistir a las presiones externas y encontrar sentido en la vida a través del anclaje en nuestros valores más profundos.

El viaje de la vida está permeado por una miríada de influencias y expectativas externas, que a menudo nos desvían del camino de la autenticidad y nos llevan a seguir estándares superficiales de éxito y felicidad. Sin embargo, al basarnos en nuestros propios valores, estamos empoderados para resistir esas presiones, seguir nuestro propio camino y construir una vida que realmente resuene con lo que somos en nuestro núcleo más profundo.

La autonomía moral y ética que proviene de alinear nuestras elecciones y acciones con nuestros valores internos nos permite vivir según nuestros principios y convicciones, incluso frente a las adversidades y desafíos que encontramos en el camino. Al abrazar nuestros valores como una brújula guía, encontramos una fuente de significado y propósito que trasciende las superficialidades del éxito externo y nos conecta con una sensación de integridad y plenitud interior.

Además, al basarnos en nuestros propios valores, contribuimos a la creación de una sociedad más auténtica y compasiva, donde cada individuo es alentado a buscar su propia verdad y a vivir según sus propios principios. Al respetar y honrar la diversidad de valores y perspectivas humanas, creamos un ambiente de respeto mutuo y comprensión, donde cada persona es valorada por lo que es, no por lo que tiene.

Por lo tanto, en resumen, la importancia de basarse en los propios valores para resistir a las presiones externas y encontrar sentido en la vida es fundamental para el cumplimiento personal y el bienestar colectivo. Solo cultivando una conexión profunda con nuestros valores más auténticos podemos realmente vivir una vida de significado, integridad y cumplimiento, y contribuir a la construcción de un mundo más auténtico, compasivo y sostenible para todos.

La necesidad de autoconocimiento y madurez para identificar lo que realmente importa para cada individuo es un imperativo innegable en el camino hacia una vida auténtica y significativa. El viaje hacia una comprensión profunda de nuestros propios valores y prioridades requiere una introspección valiente y un compromiso continuo con el crecimiento personal.

El autoconocimiento es el paso crucial en este viaje. Solo mirando hacia adentro con honestidad y autenticidad podemos comenzar a descubrir nuestras motivaciones más profundas, deseos verdaderos y convicciones fundamentales. Esto requiere una disposición para explorar nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias sin juicio, y una disposición para enfrentar las partes más difíciles y desafiantes de nosotros mismos.

Participar en este proceso de autoconocimiento también implica reconocer la importancia de la madurez emocional y espiritual. La madurez nos permite desarrollar una comprensión más refinada de nuestras propias necesidades y limitaciones, y nos capacita para lidiar de manera más efectiva con los desafíos y contratiempos de la vida. A medida que maduramos, aprendemos a cultivar la paciencia, la compasión y la aceptación, tanto para nosotros mismos como para los demás, y nos volvemos más capaces de tomar decisiones informadas y responsables que estén alineadas con quienes realmente somos.

Identificar lo que realmente importa para cada individuo requiere tiempo, reflexión e indagación personal diligente. Implica explorar una variedad de experiencias, perspectivas y puntos de vista, y estar abierto a aprender de cada encuentro y desafío en el camino. También requiere valentía para desafiar suposiciones y expectativas impuestas por la sociedad y las influencias externas, y para abrazar nuestra propia verdad, incluso cuando eso signifique seguir un camino menos convencional o popular.

Así, en última instancia, destacar la necesidad de autoconocimiento y madurez para identificar lo que realmente importa para cada uno de nosotros es reconocer la importancia vital de mirar hacia adentro en busca de orientación y claridad. Solo al conocernos verdaderamente y al madurar emocional y espiritualmente podemos esperar vivir una vida auténtica y significativa alineada con nuestros valores más profundos.

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Hola, soy Marcello de Souza. Comencé mi carrera en 1997 como líder y gerente en una gran empresa del mercado de TI y Telecomunicaciones. Desde entonces, he participado en importantes proyectos de estructuración, implementación y optimización de redes de telecomunicaciones en Brasil. Inquieto y apasionado por la psicología del comportamiento y social. En 2008, decidí sumergirme en el universo de la mente humana.

Desde entonces, me he convertido en un profesional apasionado por descifrar los secretos del comportamiento humano y catalizar cambios positivos en individuos y organizaciones. Doctor en Psicología Social, con más de 25 años de experiencia en Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional Humano. Con una carrera diversa, destaco mi papel como:

Master Sênior Coach & Trainer: Guiando a mis clientes en la búsqueda de metas y desarrollo personal y profesional, logrando resultados extraordinarios.

Chief Happiness Officer (CHO): Fomentando una cultura organizacional de felicidad y bienestar, impulsando la productividad y el compromiso de los empleados.

Especialista en Desarrollo del Lenguaje y Comportamiento: Mejorando las habilidades de comunicación y autoconciencia, capacitando a las personas para enfrentar desafíos con resiliencia.

Terapeuta Cognitivo Conductual: Utilizando la terapia cognitivo-conductual de vanguardia para ayudar a superar obstáculos y lograr una mente equilibrada.

Constelación Psíquica Sistémica Familiar & Organizacional: Basada en las leyes sistémicas y psíquicas del comportamiento que rigen nuestros afectos, esta práctica ofrece una visión profunda de las influencias ancestrales que moldean nuestro viaje.

Hipnoterapeuta: Basada en la interacción entre mente y metáforas, la Hipnoterapia ayuda a superar obstáculos, patrones no deseados y promueve el autodescubrimiento.

Conferencista, Profesor, Escritor e Investigador: Compartiendo conocimientos valiosos e ideas en eventos, entrenamientos y publicaciones para inspirar cambios positivos.

Consultor y Mentor: Aprovechando mi experiencia en liderazgo y gestión de proyectos para identificar oportunidades de crecimiento y proponer estrategias personalizadas.

Mi sólida formación académica incluye cuatro postgrados y un doctorado en Psicología Social, junto con certificaciones internacionales en Gestión, Liderazgo y Desarrollo Cognitivo Conductual. Mis contribuciones en el campo son ampliamente reconocidas en cientos de clases, sesiones de entrenamiento, conferencias y artículos publicados.

Coautor del libro “El Secreto del Coaching” y autor de “El Mapa No es el Territorio, el Territorio Eres Tú” y “La Sociedad de la Dieta” (el primero de una trilogía sobre el comportamiento humano en la contemporaneidad – 05/2024).

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