
LA FALACIA DE LA GESTIÓN DEL CAMBIO
“El mayor error que un hombre puede cometer es sacrificar la salud de la mente por cualquier otro bien.” — Arthur Schopenhauer
Esta semana, al sumergirme en un artículo del Center for Creative Leadership, How to Be a Successful Change Leader, fui invadido por una inquietud que resuena silenciosa, pero insistente, entre las líneas de las organizaciones que acompaño:
¿Por qué, ante tantos frameworks, metodologías y tecnologías sofisticadas, tantos cambios siguen fracasando?
La respuesta, aunque antigua, sigue sumergida en un mar de negligencia.
El CCL muestra que, incluso entre ejecutivos experimentados, la mayoría de las iniciativas de cambio no entrega el impacto deseado. Pero lo que más me llamó la atención no fueron los números fríos — sino el silencio detrás de ellos.
Un silencio elocuente sobre la dimensión humana de la transformación — aquella dimensión invisible que no cabe en KPIs, pero que se manifiesta en las conversaciones no dichas, en las miradas evitadas, en los pasillos y en la pesada atmósfera emocional que permea decisiones y resistencias.
Esa percepción me remite a una constatación recurrente en mis interacciones recientes con líderes y equipos: a pesar de seguir al pie de la letra protocolos y prácticas recomendadas, enfrentaban una resistencia casi fantasmagórica, profunda y sutil.
Y ahí está la falacia que necesitamos desconstruir: la creencia ingenua de que el cambio se conduce como si fuera un proyecto lineal, controlable, medido en cronogramas y entregas técnicas.
En realidad, el cambio es una semilla plantada en el suelo fértil de las emociones, nutrida por la conciencia colectiva y cultivada en la compleja danza entre identidad, cultura y liderazgo. El cambio dejó de ser un evento aislado, episódico, con inicio, medio y fin. Hoy es un fenómeno continuo, sistémico, tejido en las fibras vivas de la cultura organizacional.
Tratar el cambio como una fase — o peor, como un checklist — es un anacronismo peligroso. Más que un proyecto, el cambio es un principio organizador; un estado de conciencia que permea comportamientos, decisiones, interacciones y, sobre todo, la esencia del liderazgo.
LA ILUSIÓN DEL CONTROL Y EL FRACASO DE LOS CAMBIOS
“El cerebro humano está moldeado por la experiencia. El cambio genuino solo ocurre cuando creamos nuevas experiencias con significado emocional.” — Dr. Daniel Siegel
Es fascinante (y al mismo tiempo alarmante) cómo aún intentamos conducir procesos de cambio organizacional como si estuviéramos domando variables predecibles en un laboratorio clínico. Existe una creencia silenciosa — pero extremadamente arraigada — de que es posible controlar la transformación humana con herramientas, cronogramas e indicadores. Esta es una de las grandes ilusiones contemporáneas de la gestión.
El artículo del CCL (How to Be a Successful Change Leader) desnuda esto al presentar un dato inquietante: incluso líderes experimentados, rodeados de metodologías y tecnología, siguen fallando en la conducción de cambios sostenibles. No por incompetencia técnica, sino por negligencia cognitiva. Olvidan que el cambio no ocurre en las diapositivas de PowerPoint — ocurre en los mapas mentales, en los patrones neuronales y en los estados emocionales de las personas involucradas.
La investigación, que entrevistó a 275 ejecutivos, señala que la raíz de la resistencia al cambio no es terquedad, sino desorganización neurocognitiva. En otras palabras, todo cambio rompe con estructuras internas — creencias, vínculos emocionales, referencias identitarias — que, una vez sacudidas, generan incomodidad, miedo y protección instintiva.
Veamos algunos datos que exponen esta realidad:
• 72% de los colaboradores resisten al cambio no por falta de voluntad, sino por colapso en sus circuitos habituales de pensamiento y emoción (Siegel, 2020).
• Líderes que comunican solo lo que debe hacerse activan predominantemente la corteza prefrontal, responsable del razonamiento lógico. Ya los líderes que comunican el porqué del cambio activan el sistema límbico — donde residen las emociones y, con ellas, el compromiso genuino.
Aquí comienza la desconstrucción del mito: liderar el cambio no es “implementar” algo, es “reconfigurar” a alguien. Es facilitar una travesía identitaria que exige conciencia, presencia y sensibilidad. Y esto no se aprende en un taller sobre “gestión del cambio”, sino en el ejercicio real de convertirse en un arquitecto de lo invisible — aquel que entiende los bastidores emocionales y cognitivos que moldean el comportamiento organizacional.
Por eso, lejos de presentar un manual técnico, este artículo propone una inmersión: una invitación a repensar el liderazgo del cambio desde el Desarrollo Cognitivo Comportamental y Organizacional (DCCO). Vamos a explorar, bajo esta lente, las nueve competencias esenciales señaladas por el CCL — no como un “modelo a seguir”, sino como una matriz viva de autopercepción, relacionalidad e influencia.
LOS 3 C’S DEL LIDERAZGO TRANSFORMADOR
En medio de la complejidad y la velocidad de las transformaciones organizacionales contemporáneas, cada vez es más evidente que el liderazgo tradicional — basado en jerarquía, control y órdenes — no sostiene cambios profundos y duraderos.
Para ser agente real de la transformación, el líder necesita cultivar competencias que trascienden lo técnico y gerencial, sumergiéndose en la dimensión humana, cognitiva y emocional del comportamiento organizacional.
Inspirados en el artículo How to Be a Successful Change Leader, del Center for Creative Leadership, propongo una síntesis integrativa que conecta comunicación, colaboración y compromiso — los 3 C’s del liderazgo transformador.
Esta tríada es esencial para liderar cambios que comprometen, transforman y generan impacto sostenible, especialmente bajo la lente del Desarrollo Cognitivo Comportamental y Organizacional (DCCO).
“El mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia en sí, sino actuar con la lógica del pasado.” — Peter Drucker
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I. Comunicar, Colaborar, Comprometerse
1. Comunicar con Propósito
Los líderes fracasan cuando limitan la comunicación a “lo que debe hacerse”. Los líderes transformadores inspiran al revelar el porqué.
El cerebro responde al propósito con compromiso emocional — y no hay cambio sostenible sin ese vínculo profundo.
La comunicación eficaz trasciende la mera transmisión de datos; debe ser simbólica, coherente y emocionalmente inteligible. Alinear discurso y práctica, generar contexto y significado — ese es el acto de la presencia intencional.
2. Colaborar con Inteligencia Sistémica
Colaborar no es solo “trabajar juntos”. Es romper silos mentales, disolver fronteras del ego e integrar inteligencias diversas al servicio de un propósito mayor.
Desde la perspectiva del DCCO, la colaboración florece en ambientes psicológicamente seguros, donde las divergencias son valoradas y las vulnerabilidades, puntos de conexión.
Sin confianza, no hay colaboración verdadera. Sin coherencia, no hay confianza.
3. Comprometerse con Integridad Existencial
El compromiso en el liderazgo va más allá de apoyar iniciativas; es encarnar el cambio deseado.
Exige energía, tiempo, coraje y congruencia emocional. Los líderes comprometidos sostienen el proceso, perseveran, escuchan más que hablan, soportan incomodidades y se convierten en referencias vivas del futuro que desean construir.
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II. Competencias para Conducir el Proceso de Cambio
4. Iniciar con Claridad Estratégica
El cambio significativo nace de la tensión creativa entre lo que es y lo que debe ser.
Iniciar no es solo dar el “start”, sino dar sentido — comprender contextos, identificar patrones disfuncionales y proponer nuevas lógicas.
Los líderes iniciadores son catalizadores narrativos que despiertan conciencia antes de exigir acción.
5. Estrategizar con Flexibilidad Cognitiva
Planificar el cambio exige pensamiento crítico, visión sistémica y flexibilidad cognitiva.
El buen estratega equilibra claridad y apertura, estructura y adaptabilidad.
Vivimos en un mundo PERMAVUCALUTION — donde la crisis es permanente, la volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad, caos y aceleración definen el ritmo.
Aquí, el plan es un instrumento dinámico; la capacidad de adaptación en tiempo real es el mayor activo.
6. Ejecutar con Foco en Progreso Significativo
Ejecutar no es acelerar desenfrenadamente. Es mantener un ritmo constante con inteligencia emocional y resiliencia.
Los ejecutores de excelencia fragmentan grandes desafíos en victorias tangibles, celebran avances, monitorean impactos y ajustan rutas — manteniendo la llama encendida.
La ejecución es un ciclo de retroalimentación entre acción y significado — un proceso profundamente humano.
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III. Competencias para Conducir Personas en la Jornada del Cambio
7. Apoyar con Humanidad Estructurada
Apoyar no es eliminar la incomodidad, sino ofrecer soporte emocional y estructural para atravesarla con dignidad.
El cambio implica pérdidas, incertidumbres y duelos simbólicos. Apoyar es validar esas emociones y construir puentes sólidos hacia lo nuevo.
Los líderes que apoyan no “pasan la mano en la cabeza”, pasan el brazo en el hombro — crean rituales de transición, ofrecen escucha cualificada y eliminan obstáculos reales y simbólicos.
8. Influenciar con Ética y Propósito
Influir en el DCCO es invitar a la alineación genuina, cultivando adhesión emocional y cognitiva mediante claridad, coherencia y confianza.
Los líderes influyentes no imponen, inspiran. Reconocen agentes clave del cambio, comprenden motivaciones e integran visiones.
La influencia legítima nace de la integridad percibida y del sentido compartido.
9. Aprender con Humildad Epistémica
Competencia rara y transformadora: preguntar más que afirmar, escuchar más que convencer, acoger feedback como herramienta de mejora.
Los líderes aprendices crean ecosistemas donde errar es permitido, cuestionar es valorado y aprender es colectivo. Comprenden que el cambio más poderoso está en la flexibilidad interna de la mente y el corazón, no solo en la transformación externa.
Por qué los 3 C’s Funcionan (o Fracasan): Una Perspectiva Conductual, Filosófica y Neurocientífica
“Cambiar no es solo cambiar de dirección. Es reconstruir el mapa interno con el que leemos el mundo.” — Marcello de Souza
Comunicar con Propósito: La Neurociencia del Sentido
La comunicación que transforma no es la que transmite datos, sino la que despierta significado. El cerebro humano, especialmente su sistema límbico, se mueve por sentido, no solo por información. Los líderes que hablan solo al neocórtex activan el razonamiento lógico; los líderes que comunican con propósito encienden el circuito dopaminérgico del compromiso emocional y la motivación anticipada.
• ¿Por qué funciona?
Porque el cerebro es un sistema predictivo y simbólico. Anhela coherencia narrativa. La comunicación que ofrece un “por qué” alineado con valores humanos universales crea anclaje emocional, compromiso duradero y pertenencia.
• ¿Por qué falla?
Cuando hay disonancia entre lo que se dice y lo que se hace, el cerebro social — vía corteza prefrontal y amígdala — interpreta esto como amenaza, generando desconfianza y retraimiento. La incongruencia lingüística genera ruido y desmovilización.
• ¿Cómo hacerlo funcionar?
o Transforma mensajes en manifiestos: une propósito + emoción legítima + conducta visible.
o Usa storytelling estratégico para conectar el ahora con un futuro deseable y posible.
o Vincula el “por qué” del cambio a valores que resuenen en la experiencia humana colectiva.
📌 Pregunta provocadora: ¿Qué necesita cambiar en ti antes de que tu mensaje pueda realmente ser escuchado con el corazón?
Colaborar con Inteligencia Sistémica: El Fin del “Yo versus Ellos”
La colaboración genuina exige más que coordinación de tareas: requiere cocreación de significado. Esto solo es posible con neuroplasticidad social — la capacidad de remodelar los circuitos egocéntricos para incluir al otro como legítimo en la escena de decisión.
• ¿Por qué funciona?
Porque la colaboración profunda activa los circuitos de empatía y teoría de la mente (mentalización), permitiendo a los miembros del equipo anticipar, interpretar y considerar las emociones e intenciones ajenas. Esto crea sincronización emocional y fluidez relacional.
• ¿Por qué falla?
Los ambientes basados en jerarquía rígida, competencia y miedo activan el modo de defensa del cerebro (modelo SCARF), inhibiendo la confianza y la disposición para el riesgo relacional.
• ¿Cómo hacerlo funcionar?
o Construye espacios de seguridad psicológica donde el error se interprete como parte del aprendizaje y no como fracaso moral.
o Practica el liderazgo facilitador, que sustituye el control por la escucha generativa y el comando por la coautoría.
o Aplica metodologías sistémicas como constelaciones organizacionales o check-ins conscientes para expandir la percepción colectiva.
📌 Pregunta provocadora: ¿Estás realmente dispuesto a renunciar al control para cocrear algo que no dominas, pero que es mayor que tú?
Comprometerse con Integridad Existencial: Cuando el Cambio Comienza en el Cuerpo
El compromiso auténtico emerge de la coherencia entre cognición, emoción y acción. El cambio no se consolida solo cuando se comprende — necesita ser sentido y vivido. La neurobiología de la integridad revela que el cuerpo es el primero en decir “sí” o “no” al cambio, antes incluso de que la mente formule una respuesta consciente.
• ¿Por qué funciona?
Porque los sistemas de detección inconsciente (neuronas espejo, microexpresiones, prosodia del habla) captan congruencia mucho más allá de las palabras. El compromiso alineado activa redes de confianza y compromiso profundo.
• ¿Por qué falla?
La incoherencia entre discurso y conducta genera disonancia emocional. El cuerpo denuncia lo que la boca intenta disimular. Y el equipo lo siente.
• ¿Cómo hacerlo funcionar?
o Desarrolla autoobservación radical: ¿qué en mí aún resiste el cambio que deseo liderar?
o Modela con el cuerpo el comportamiento que esperas ver en otros — antes de exigir, encarna.
o Establece rituales de coherencia: pausas conscientes, escritura reflexiva, microprácticas de presencia antes de interacciones críticas.
📌 Pregunta provocadora: ¿Lideras el cambio con todo tu cuerpo o solo con la autoridad del cargo?
Integración Viva: Los 3 C’s como Campo de Transformación
No se trata de tres pilares fijos, sino de un ecosistema dinámico que se retroalimenta.
1. Comunicar activa el campo de sentido compartido.
2. Colaborar organiza la inteligencia colectiva.
3. Comprometerse sostiene el proceso con integridad y presencia.
Cuando estos tres movimientos convergen, no tenemos solo gestión del cambio — tenemos cambio vivo, consciente y duradero. La cultura organizacional se convierte en un organismo vivo, donde aprendizaje, innovación y confianza se regeneran continuamente.
Más allá de los 3 C’s: Qué Hacer, Cómo Hacer y Por Qué Funciona
“La liderazgo eficaz no está en repetir fórmulas, sino en decodificar lo invisible: lo que el cerebro siente, la cultura legitima y el cuerpo revela.”
— Marcello de Souza
La verdadera diferencia entre un “gestor de cambio” y un líder transformador reside en la manera en que habita los 3 C’s — no como prácticas aisladas, sino como expresiones vivas de una conciencia que comprende el funcionamiento integrado del ser humano. Este entendimiento exige más que habilidad: exige presencia neuroafectiva, ética relacional y madurez conductual.
No basta comunicar, colaborar y comprometerse. Es necesario saber cuándo, cómo y por qué eso tiene sentido para el cerebro, para la cultura organizacional y para la psique colectiva.
Comunicación con Propósito: El Cerebro Busca Sentido, No Solo Información
La transformación comienza por el lenguaje — pero no cualquier lenguaje. El cerebro humano opera con base en modelos predictivos (Barrett, 2017), tratando de anticipar experiencias futuras con base en memorias emocionales pasadas. Por eso, una comunicación sin propósito no solo falla en inspirar: desorganiza el campo relacional, generando ruido.
📌 Por qué funciona:
Estudios de neurociencia social (Lieberman, Rock) demuestran que la comunicación que evoca significado activa simultáneamente el sistema límbico (emoción), la corteza prefrontal (decisión) y redes de empatía (pertenencia). La claridad lógica informa. El sentido emocional transforma.
✅ Cómo hacerlo funcionar:
o Sustituye “discurso” por narrativa transformacional: cuenta historias que reconfiguran mapas mentales.
o Integra preguntas que abran campo de reflexión, como: “¿Qué honra este cambio en nuestra historia?”
o Alinea la comunicación verbal con los microcomportamientos no verbales. El cerebro social capta incongruencias en milisegundos (Goleman, 2006).
⚠️ Cuando falla:
o Lenguaje técnico sin traducción humana.
o Mensajes estandarizados que anulan el vínculo emocional.
o Discurso bonito, pero vacío de intención visible.
🧠 Pregunta provocadora:
¿Tu comunicación promueve transformación o solo conformidad?
La Inteligencia Colectiva No Florece en Terreno Tóxico
Colaborar es más que unir esfuerzos — es sincronizar inteligencias en un campo de seguridad psicológica. La colaboración real ocurre cuando el ambiente permite la discrepancia sin castigo, el error sin vergüenza y la vulnerabilidad sin miedo. Aquí, la neuroplasticidad social se vuelve un imperativo organizacional.
📌 Por qué funciona:
La colaboración activa regiones cerebrales asociadas con la mentalización, la empatía y la cognición social (Siegel, Porges), además de modular neurotransmisores como la oxitocina (confianza) y la dopamina (motivación). Donde hay apertura, hay aprendizaje. Donde hay miedo, hay protección.
✅ Cómo hacerlo funcionar:
o Implementar rituales de vulnerabilidad organizacional: chequeos conscientes, círculos de habla y pausas reflexivas.
o Transformar conflictos en puentes cognitivos: la divergencia es la materia prima de la innovación.
o Actuar como facilitador de inteligencias múltiples, no como gestor de tareas.
⚠️ Cuando fracasa:
o Reuniones silenciosas con líderes omnipotentes.
o Cultura de competencia interna disfrazada de meritocracia.
o Falta de espacio para el error como proceso de aprendizaje.
🧠 Pregunta provocativa:
¿Tu liderazgo permite que la verdad aparezca — o solo lo que es seguro decir?
Compromiso Encarnado: Cuando el Cuerpo Dice “Sí” Antes que la Mente
El compromiso que sostiene el cambio no es un acto cognitivo aislado. Es resultado de la integración entre intención, emoción y comportamiento visible. Un líder solo moviliza cuando encarna el cambio que propone — y el cuerpo es el primero en revelar esa coherencia (o su ausencia).
📌 Por qué funciona:
La congruencia interna activa neuronas espejo, desencadenantes somáticos de empatía y campos relacionales de contagio emocional (Gallese, Siegel, Goleman). El cerebro social capta la presencia auténtica incluso antes del lenguaje articulado.
✅ Cómo hacerlo funcionar:
o Practicar rituales de coherencia interna: journaling de alineamiento, escucha somática, respiración consciente antes de conversaciones críticas.
o Liderar con presencia encarnada, no solo con directrices.
o Celebrar el proceso — no solo los resultados. La transformación sucede en el camino.
⚠️ Cuando fracasa:
o Líderes que exigen pero no experimentan.
o Acción disociada de la emoción: discurso estratégico sin verdad encarnada.
o Presión por resultados sin atención al trauma de la transición.
🧠 Pregunta provocativa:
¿Tu cuerpo lidera el cambio — o solo tu narrativa?
Integración: Los 3 C’s como un Ciclo Vivo y Coherente
Los 3 C’s no son técnicas. Son expresiones interdependientes de un liderazgo consciente, fundamentado en la biología del comportamiento humano, la ética de las relaciones y la sabiduría de la transformación continua.
1. Comunicar genera sentido y apertura.
2. Colaborar organiza vínculos y energía.
3. Comprometerse sostiene coherencia y continuidad.
Cuando estos tres niveles operan en armonía, lo que emerge no es solo una organización funcional, sino un organismo vivo en estado de evolución continua — donde el cambio deja de ser una amenaza y pasa a ser expresión natural de la madurez colectiva.
De la Técnica a la Conciencia — El Salto que el Liderazgo Necesita Dar
“Lo que sostiene el cambio no es lo que el líder hace, sino quién es mientras lo hace.”— Marcello de Souza
Llegamos a un punto crucial: los 3 C’s — Comunicación, Colaboración y Compromiso — no son meras herramientas de gestión, sino expresiones de un nivel más profundo de conciencia organizacional. Operan como palancas sistémicas que, cuando se accionan con presencia, integridad y comprensión de las dinámicas humanas, generan transformación real — no solo adaptación cosmética.
La eficacia de cada C no reside en su aplicación técnica, sino en la calidad de conciencia que la sostiene. Lo que diferencia a un líder común de un agente de cambio significativo no es el discurso que repite, sino la presencia que encarna, la coherencia que representa y el campo relacional que sabe sostener.
Y es justamente ahí donde muchas organizaciones fallan: intentan copiar el “qué hacer” sin comprender el “por qué hacer”. Es el “cómo” invisible lo que define el impacto visible.
En última instancia, comunicar, colaborar y comprometerse son actos psicoafectivos y neuroorganizacionales que exigen:
• Escucha que crea realidad (no solo entendimiento),
• Vínculos que generan seguridad psicológica (no solo conexión),
• Coherencia encarnada (no solo narrativa estratégica).
Cuando esto ocurre, no hablamos más de “gestión del cambio”. Hablamos de liderazgo regenerativo. De organizaciones que piensan, sienten y evolucionan como organismos vivos, capaces de generar cambios sostenibles porque son emocionalmente verdaderos.
En este punto del artículo, el lector no está solo informado — está provocado. Y, más que eso, llamado a la responsabilidad: no basta con aplicar los 3 C’s. Es preciso ser los 3 C’s en acción.
La Ilusión del Control, la Verdad de la Transformación
Al final de cuentas, tal vez la mayor falacia de la gestión del cambio sea creer que el cambio se “genera” o se “controla.” No se controla un volcán. No se maneja un incendio. Tampoco se manipula la conciencia. El cambio real es un fenómeno humano — vivo, caótico, palpitante. Nace desde dentro, brota de la interacción entre cognición, emoción y ambiente. No puede reducirse a listas de verificación o planes de comunicación. Y tampoco será sostenido por fórmulas universales y discursos motivacionales.
El fracaso de los enfoques tradicionales está menos en la ausencia de método y más en la ausencia de significado. Operan a nivel técnico, pero fallan a nivel experiencial. Están organizados para convencer, pero no para conectar. Proponen adhesión, pero no despiertan pertenencia. Y eso cobra un precio silencioso: líderes cansados de “intentar motivar,” equipos resistentes a narrativas vacías y culturas cada vez más desconfiadas del cambio como promesa.
Por eso, el verdadero papel del liderazgo en tiempos de transición no es convencer, imponer o conducir cambios. Es hacerlos posibles. Crear un espacio de escucha radical, diálogo auténtico y confianza profunda, donde la transformación no es una imposición desde arriba, sino una respuesta emergente que se construye colectivamente.
Aquí es donde los 3 C’s — Comunicación, Colaboración y Compromiso — revelan su fuerza o fragilidad. No son técnicas. Son campos de presencia. Y solo florecen cuando son regados por coherencia, coraje y conciencia. No se imponen por decreto. Se cultivan por cultura.
El modelo DCCO — Desarrollo Cognitivo Conductual y Organizacional — nos invita, por lo tanto, a abandonar el paradigma del control y abrazar el de la construcción. A liderar menos como gestores de procesos y más como diseñadores de ambientes. A comprender que la transformación organizacional sostenible es, en el fondo, un viaje de ampliación de la conciencia — individual y colectiva.
El cambio, cuando es real, no comienza en la meta. Comienza en la mirada.
Y los líderes que aprenden a ver más profundamente no solo transforman organizaciones.
Transforman futuros.
“El verdadero cambio no sucede en el plano del control, sino en la danza sutil entre la escucha del cuerpo, la claridad de la mente y el pulso colectivo de la organización — una invitación para que los líderes se conviertan en guardianes de la vida que palpita en la complejidad humana.” – Marcello de Souza
Referencia:
Este artículo fue inspirado y fundamentado en la investigación del Center for Creative Leadership (CCL). How to Be a Successful Change Leader. Disponible en: https://www.ccl.org/articles/leading-effectively-articles/successful-change-leader/
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THE FALLACY OF CHANGE MANAGEMENT
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